“No basta amar a los niños, es preciso que ellos se den cuenta que son amados.”
Don Bosco; Juan Melchor Bosco Occhien - sacerdote, educador, escritor
italiano (1815-1888)
Amar
y mimar a los hijos es ofrecer amor sin medida, protegiéndolos, cubriéndolos de
cuidados y dándoles gustos.
Pero un niño mimado, se siente muy amado, tan amado, que pasa a creer que el otro no cuenta y que tan sólo sus deseos deben ser realizados volviéndose egocéntrico, de tal forma que lo positivo de sentir tanto amor se vuelve cuestionable.
Poner límites no tiene que ver con
violencia, gritos o peleas. El
niño que entiende lo que debe o no debe hacer, es un niño que podrá vivir en
sociedad y será respetado, porque él mismo aprendió a respetar.
Los
hábitos son parte importante de los límites, el niño se acostumbra a
integrarse a los hábitos familiares a medida que va creciendo, sientiéndose seguro y ésto ayuda en su maduración, de lo contrario cree que todo lo puede, que es omnipotente, porque
nadie le enseñó lo contrario.y enseñar es una tarea
para toda la vida, porque educar y ayudar a los hijos lo es.
Las normas familiares deben ser claras, con un lenguaje accesible para el niño y
cumplirse en forma sistemática, sin concesiones ni variarlas según nuestro
cansancio o estado de ánimo pero teniendo en cuenta la etapa de desarrollo que
vive el niño y por tanto su capacidad de entendimiento o razonamiento y
características particulares. No son pequeños adultos.
Los
niños pequeños exploran los límites en
todos los aspectos del mundo que les rodea. Cada día van aprendiendo nuevas
habilidades y superando nuevos retos, y se sienten ansiosos y excitados ante la
posibilidad de usar esos talentos.
No
sólo se trata de aplicar penitencias o castigos, felicitarlo por lo bien hecho, hacerle ver sus talentos
es un estímulo muy eficaz a la hora de educar. Es importante marcarle cuando el
comportamiento es inadecuado sin insultarlo o desmerecerlo, desaprobando la
conducta, no al niño.
Es necesario comprender que enseñar
a un niño es un proceso que lleva tiempo, dedicación y paciencia, no podemos
pretender que el niño obedezca siempre y no olvidemos que los niños aprenden
observando a los adultos, así que asegurémonos de que nuestro comportamiento
pueda servirle como modelo.
Mimar es un acto de amor si incluye poner límites y es parte de una crianza responsable. Un niño sin límites es un niño triste e inseguro que crecerá como un adulto triste e inseguro, sintiendo que de algún modo, sus adultos de referencia en esa permisividad “lo dejaron solo”. Los niños necesitan saber que sus padres están al mando de sus vidas. De eso se trata la infancia.
No debemos sentir culpa por hacerlo, aunque el niño trate de seducirnos para hacer su voluntad, no confundamos las palabras “disciplina” y “autoridad” con "castigo" y "represión", los límites puestos desde el amor, con mucho cariño, pero también con seguridad y coherencia son necesarios para el desarrollo social y psicológico ayudándolo a crecer y preparándoles para vivir una vida feliz relacionándose con el mundo desde el amor..
“Educar a un niño no es hacerle aprender
algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía.”
John Ruskin - escritor, crítico de arte y sociólogo británico (1819-1900)
John Ruskin - escritor, crítico de arte y sociólogo británico (1819-1900)
Los límites son parte importante del amor por los niños. Si todo se les permite no se está educando.
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