"Aléjame de la sabiduría que no llora, la filosofía que no ríe y la grandeza que no se inclina ante los niños.”
Khalil Gibran -
poeta, pintor, novelista y ensayista libanés ( 1883 - 1931 )

jueves, 20 de agosto de 2020

Iggdrasill - Árbol del Mundo en la mitología nórdica.

"Los dioses sólo son grandes porque los miramos desde abajo."
Yasmina Khadra - seudónimo femenino del escritor argelino contemporáneo Mohammed Moulessehoul

En sus inicios la humanidad, -en su afán de explicar a sí mismo su origen y la razón de ser de todo lo que le rodea-, creó mitos a través de relatos, de sucesos asombrosos donde seres extraordinarios, sobrenaturales, fantásticos, héroes, dioses o monstruos, terminan formando parte de las creencias de cada cultura, relacionadas con la religión de cada pueblo con un carácter sagrado y siendo consideradas como verdaderas.

La mitología, como disciplina recoge ese conjunto de leyendas que dan respuesta a preguntas básicas sobre la existencia misma, así como sobre el nacimiento y la muerte, el bien y el mal, los acontecimientos de la naturaleza, en definitiva narraciones explicativas y simbólicas que carecen de testimonio histórico, fueron de tradición oral aunque han sido reelaborados en la escritura literaria posterior, por lo que permanecen y son conocidos aún en la actualidad.

Como parte de esos mitos dentro de las creencias escandinavas encontramos el ‘Yggdrasill’, un fresno que sustentaba el universo y su tronco unía el mundo de dioses, hombres, gigantes y muertos, conocido como el ‘Arbol del Mundo’ y cuya fortuna reflejaba la felicidad y sufrimiento de sus habitantes.

Según la mitología nórdica, esa donde encontramos como figuras relevantes a Odín, dios de la sabiduría, la guerra y la muerte, y tambien de la magia, la profecía, la caza, la poesía y la victoria y Thor, dios del trueno y la fuerza con alcance sobre las cosechas, los viajes, las batallas y la justicia, allí tambien hallamos ese árbol, que existía antes de la creación del mundo y superaría el apocalipsis o Ragnarok y en su existencia sufriría diversas penalidades que le ayudarían a alimentar y proteger al mundo con su dulce savia.

Pero no vivía en soledad sino que toda una suerte de personajes mágicos convivían en dicho árbol tal así en sus ramas vivía un águila que entre sus ojos tenía un halcón, Vedrolnir, en sus raíces vivía una serpiente, Nidhogg, y una ardilla, Ratatosk, subía y bajaba de las ramas a las raíces para contar los insultos que se decían el águila y la serpiente entre sí, así como cuatro ciervos, Dain, Dvalin, Duneyr y Durathor, que comían de sus brotes tiernos.

En ese universo tambien estaban las nornas, ‘diosas del destino’, encargadas de regar con aguas de Urd y barro, procurando que no se secase y tratando de aliviar su sufrimiento.

El Yggdrasilll refleja claramente las creencias nórdicas en el poder de la naturaleza y la protección mágica que los árboles les proporcionaban, de ahí que tuvieran la costumbre de plantar un árbol al lado de cada casa, al que se le hacían ofrendas y se le regaba con cerveza, reflejando así la prosperidad de la familia que allí vivía y su desgracia si se secaba.

Historias con un sabor especial que nos acercan a la cosmogonía y costumbres de esos primigenios orígenes de éste nuestro mundo permitiéndonos conocer tierras inhóspitas, tiempos de barbarie donde dioses y humanos se enfrentaban.



"Todos los mitos y todos los sueños tienen algo en común, y es que todos ellos son escritos en el mismo idioma, el lenguaje simbólico."
Erich Fromm - sicoanalista y filósofo alemán (1900-1980)

viernes, 7 de agosto de 2020

Hacerse cargo - la valentía de asumir responsabilidades


“El mayor día de tu vida y la mía es cuando tomamos responsabilidad total de nuestras actitudes. Ese es el día en que realmente crecemos.”
John C. Maxwell – escritor, entrenador y conferencista estadounidense contemporáneo

A lo largo de la vida muchas veces tomamos caminos equivocados, asumimos decisiones erróneas, o en el mejor de los casos, actuamos creyendo estar haciendo lo correcto cuando luego vemos que no ha sido así. Todos tenemos el derecho a equivocarnos, y –aunque generalmente es imposible volver atrás-, tener la oportunidad de revertir o minimizar los daños que nuestro error haya provocado debería ser algo fuera de discusión a lo que enfrentarnos sin vacilaciones.

Sin embargo no es tan sencillo hacerlo como decirlo, y no sólo es difícil asumir la responsabilidad de nuestro actuar frente a terceros lo que en ocasiones puede significar enfrentar sanciones, sino incluso hacernos cargo de nosotros mismos, de nuestros sentimientos y emociones así como de las consecuencias que ello implique.

Ser responsables significa vivir con la verdad, esa verdad que ‘nos hará libres’ de los desagradables remordimientos, los sentimientos de culpa, y la sensación incómoda de sentirnos en deuda por nuestro accionar pasado, desligándonos de la incómoda carga de vivir en la mentira que creamos, intentando evitar responsabilidades que pretendemos no tener.





Todos en alguna medida somos conscientes de esos ‘nuestros errores’, que obstinadamente escondemos con absurdas excusas que nos justifiquen frente a otros y a las que de tanto acudir terminamos tomando como verdades aunque interiormente sabemos que ese engaño no modifica la realidad sólo es una forma de seguir adelante tapando ojos y oídos a una realidad que nos grita verdades.

El individuo inteligente sabe que la mezquindad en sus actitudes no es lo correcto; sólo la valentía de asumir responsabilidades, ‘haciéndose cargo de …’ es la solución ante esas circunstancias, un ejercicio honesto de la voluntad apelando a los valores que como seres humanos insertos en una sociedad debemos conservar de manera inclaudicable y a partir del cual aprender y crecer.

Salir del parapeto de la cobarde burbuja, dejar la comodidad e indiferencia lidiando con los miedos y plantarse en la realidad, sin duda permitirá poder descansar tranquilos cuando –cada noche-,  apoyemos la cabeza en la almohada.

“Es incorrecto e inmoral tratar de escapar de las consecuencias de los actos propios.”
Mahatma Gandhi – pacificador, político, pensador y abogado indio (1869-1948)