"Aléjame de la sabiduría que no llora, la filosofía que no ríe y la grandeza que no se inclina ante los niños.”
Khalil Gibran -
poeta, pintor, novelista y ensayista libanés ( 1883 - 1931 )

jueves, 12 de diciembre de 2013

Urgencia, prisa, apuro - un imperativo de nuestro tiempo

"La rapidez que es una virtud, engendra un vicio, que es la prisa".
Gregorio Marañón - médico, científico, historiador, escritor y pensador español (1887-1960)

En los últimos años parece que la urgencia, el apuro es condición imprescindible para vivir.

Estamos apurados, agobiados por la urgencia. Velocidad es una constante, todo tiene que ser ya, nos apuramos por lograr objetivos, tener respuestas, solucionar problemas, obtener resultados, apurados por tener... no sabemos que.

Vivimos contra reloj. Conducimos, comemos, hablamos, pensamos rápido y no escuchamos, la mente no tiene sosiego, los pensamientos van y vienen y nada puede ser lento porque queda fuera de foco e interfiere con el ritmo vertiginoso que el mundo nos exige y los avances acelerados de la humanidad.

Computadoras, automóviles, comunicaciones, aviones, todo debe tener rapidez para ser tenido en cuenta, a riesgo de quedar obsoleto.

Insistimos y llegamos al final del día contracturados, estresados y malhumorados, por no haber podido alcanzar los tiempos requeridos. Y por hacerlo nos perdemos de contemplar los mejores momentos de la vida, de disfrutar el camino, el recorrido, de escuchar, acompañar, meditar y contemplar.

El zen dice que cuando la "mente aquí y ahora" desaparece, el cielo entero desaparece. Cuando la "mente aquí y ahora" aparece, la gran tierra aparece.

Cuando cada momento es "mente aquí y ahora". Sin miedos, sin preocupaciones, uno asiste al espectáculo feliz de su propia existencia.

Entonces: a dónde vamos tan rápido? a dónde queremos llegar?, ¿Nada es suficiente?. No hay dinero, poder, o fama que nos proporcionen más que un alivio momentáneo, luchamos con situaciones, a veces externas y a veces creadas por nosotros mismos.

Qué estamos haciendo de nuestra vida, esta maravillosa oportunidad que nos ha sido regalada? Ella ocurre aquí y ahora, pero tendemos a no estar presentes, y a esperar disfrutar en el futuro.

Vivir deprisa no es vivir, es sobrevivir. Nuestra cultura nos inculca el miedo a perder el tiempo, pero la paradoja es que la aceleración nos hace desperdiciar la “vida” Hemos perdido la capacidad de esperar así como de disfrutar del ocio y la recreación tan necesarios para llevar una vida sana y plena. La mejor forma de aprovechar el tiempo no es hacer más cosas apurándonos, sino buscar el ritmo adecuado para cada una.

Un primer paso para frenar es dar prioridad a las cosas importantes y dejar ir todo lo demás, entonces comienza a desaparecer la presión, disminuir la velocidad trae calma interior. Si no lo hacemos cada vez tendremos más dificultades que las que hoy estamos teniendo para crear y crecer como personas y disfrutar del breve tiempo en que vivimos sobre ésta tierra.

"Dios creó el tiempo pero el hombre creó la prisa". -  Proverbio Irlandés

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