"Aléjame de la sabiduría que no llora, la filosofía que no ríe y la grandeza que no se inclina ante los niños.”
Khalil Gibran -
poeta, pintor, novelista y ensayista libanés ( 1883 - 1931 )

domingo, 1 de diciembre de 2013

Antepasados y genealogía – buscando nuestras raíces

“Yo no soy yo,  soy el descendiente de todos mis antepasados”  
Santiago Martínez Delgado Muralista y pintor colombiano (1906-1954)

Jorge Luis Borges solía decir que "la nostalgia es una forma de posesión". Somos dueños de eso que añoramos; nos pertenece solamente a nosotros. 

Un erudito de las ciencias sociales, Jean Chesneaux, decía que "el pasado es el producto y tejido fundamental de la memoria colectiva, y hay una relación activa de carácter colectivo con el pasado".  En las antiguas culturas (chinos, hindúes, griegos, romanos) el culto a los ancestros tenía un importante significado familiar. Ellos creían en la protección de los espíritus de sus antepasados, e incluso que podían tener alguna influencia en sus vidas presentes.

Nadie puede negar que la dedicación a la genealogía es más un impulso interior que una actividad racional, podría decir que la genealogía es un acto de ambición humana; es poder ser dueños de aquello que el paso del tiempo y la limitación de nuestras dimensiones nos ha negado. Es un desafío -y un desafío lúdico- a las fronteras de nuestra existencia.


La migración es un fenómeno recurrente y tan antiguo como la humanidad –Adán y Eva emigran del paraíso por el deseo de saber–, las migraciones se siguen produciendo al día de hoy. 

Para quienes buscamos nuestros antepasados en Europa, sabemos que América recibió dos grandes corrientes inmigratorias. Una que llegó a fines del siglo XIX y principios del XX. Eran campesinos o con oficios heredados a través de generaciones, que querían cambiar su futuro. La otra corriente inmigratoria se produce en la primera mitad del siglo XX como consecuencia de las guerras mundiales. 

Llegaban en busca de un lugar que les restableciera la identidad y les permitiera desarrollarse en paz. Los unos y los otros concentraron sus esfuerzos en la supervivencia, en borrar rastros de sufrimientos pasados; el objetivo estaba puesto en los hijos, que debían llegar a ser profesionales respetados en la nueva tierra. El mandato era: comer y sobre todo estudiar.
 
Los años pasaron, nacieron hijos en los países que los recibieron. Como dijo Hannah Arendt, “la historia es un relato que no cesa de comenzar”. Algunos crecieron escuchando relatos, otros crecieron en el misterio de los silencios, los duelos postergados. La voz de las generaciones transmite a partir de lo dicho y de lo no dicho.

En mi experiencioa personal mis antepasados –con su peripecia vital de migración incluídos en los señalados anteriormente- hicieron que sintiera en algún momento ese impulso vital para descubrir la historia, reconociendo y agradeciéndo de alguna manera sus esfuerzos, que en algunos casos vivieron siendo apenas más que niños, y ahí encontré el primer obstáculo, -habían fallecido-, por tanto no tenía a quien preguntar, sin embargo con los pocos documentos con los que contaba, los recuerdos de conversaciones escuchadas en otras épocas, y algún dato rescatado del olvido, pude ir reconstruyendo la trama familiar. 

Tal vez las dificultades sirvieron en la búsqueda de acicate para insistir, casi con obstinación. Cada hallazgo fue una enorme satisfacción en la que se mezclaban los recuerdos de mi niñez, y ello me fue atrapando en ese fascinante “viaje al pasado” donde en forma permanente siguen -aún hoy- apareciendo sorpresas, ya que es un viaje sin final, cada uno llega hasta donde puede.

Aprendí, -en un trabajo de investigación serio, paciente y perseverante- a leer partidas descubriendo entre líneas las historias que permiten conocer a cada uno de quienes nos antecedieron, valorando sus esfuerzos, sintiendo sus nostalgias, encontrando semejanzas, entendiendo razones, imaginando sus lugares de infancia y juventud, rescatando vidas de simples documentos o fotos, queriendo conocer a quienes los antecededieron -siguiendo más atrás en la línea del tiempo-, descubriendo los hechos históricos que de alguna manera condicionaron su andar por este mundo. .

Por haber sido la menor de mi generación crecí alejada de la familia cercana, y esta ha sido la mejor herencia que haya podido recibir haciéndome sentir que recupero el tiempo perdido, acercando distancias en las que el tiempo no existe y “todos están allí al alcance de la mano, en mi corazón”.

Algunos párrafos con conceptos extractados y adaptados de:
Ana Rozenbaum de Schvartzman - Un viaje de 3 soglos - Página 12 – abril de 2011
Pablo Briand  - Gen Briand weblog - 22 de Junio de 2009

“Las personas que nunca se preocupan por sus antepasados jamás mirarán hacia la posteridad”.
Edmund Burke – Escritor y político irlandés (1729-1797)

2 comentarios:

  1. La sociedad ha ido perdiendo el sentido de familia y con ello el interés que podría tener en saber de los antepasados.

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  2. Es interesante, pero hay que dedicar tiempo y dinero. ... y la gente hoy está en cosas diferentes, tal vez más superfluas, pero no lo piensa.

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