Santiago Martínez Delgado Muralista y pintor colombiano (1906-1954)
Un erudito de las ciencias
sociales, Jean Chesneaux, decía que "el pasado es el producto y tejido
fundamental de la memoria colectiva, y hay una relación activa de carácter colectivo
con el pasado". En las antiguas
culturas (chinos, hindúes, griegos, romanos) el culto a los ancestros tenía un
importante significado familiar. Ellos creían en la protección de los espíritus
de sus antepasados, e incluso que podían tener alguna influencia en sus vidas
presentes.
Nadie puede negar que la
dedicación a la genealogía es más un impulso interior que una actividad
racional, podría decir que la genealogía es un acto de ambición humana; es
poder ser dueños de aquello que el paso del tiempo y la limitación de nuestras
dimensiones nos ha negado. Es un desafío -y un desafío lúdico- a las fronteras
de nuestra existencia.
La migración es un fenómeno
recurrente y tan antiguo como la humanidad –Adán y Eva emigran del paraíso por
el deseo de saber–, las migraciones se siguen produciendo al día de hoy.
Para
quienes buscamos nuestros antepasados en Europa, sabemos que América recibió dos
grandes corrientes inmigratorias. Una que llegó a fines del siglo XIX y
principios del XX. Eran campesinos o con oficios heredados a través de
generaciones, que querían cambiar su futuro. La otra corriente inmigratoria se
produce en la primera mitad del siglo XX como consecuencia de las guerras
mundiales.
Llegaban en busca de un lugar que les restableciera la
identidad y les permitiera desarrollarse en paz. Los unos y los otros
concentraron sus esfuerzos en la supervivencia, en borrar rastros de
sufrimientos pasados; el objetivo estaba puesto en los hijos, que debían llegar
a ser profesionales respetados en la nueva tierra. El mandato era: comer y sobre
todo estudiar.
Los años pasaron, nacieron hijos en
los países que los recibieron. Como dijo Hannah Arendt, “la historia es un
relato que no cesa de comenzar”. Algunos crecieron escuchando relatos, otros
crecieron en el misterio de los silencios, los duelos postergados. La voz de
las generaciones transmite a partir de lo dicho y de lo no dicho.
En mi experiencioa personal mis antepasados –con su peripecia vital de migración incluídos en los señalados anteriormente- hicieron que sintiera en algún momento ese impulso vital para descubrir la historia, reconociendo y agradeciéndo de alguna manera sus esfuerzos, que en algunos casos vivieron siendo apenas más que niños, y ahí encontré el primer obstáculo, -habían fallecido-, por tanto no tenía a quien preguntar, sin embargo con los pocos documentos con los que contaba, los recuerdos de conversaciones escuchadas en otras épocas, y algún dato rescatado del olvido, pude ir reconstruyendo la trama familiar.
Tal vez las dificultades sirvieron en la búsqueda de acicate para insistir, casi con obstinación. Cada hallazgo fue una enorme satisfacción en la que se mezclaban los recuerdos de mi niñez, y ello me fue atrapando en ese fascinante “viaje al pasado” donde en forma permanente siguen -aún hoy- apareciendo sorpresas, ya que es un viaje sin final, cada uno llega hasta donde puede.
Aprendí, -en un trabajo de investigación serio, paciente y perseverante- a leer partidas descubriendo entre líneas las historias que permiten conocer a cada uno de quienes nos antecedieron, valorando sus esfuerzos, sintiendo sus nostalgias, encontrando semejanzas, entendiendo razones, imaginando sus lugares de infancia y juventud, rescatando vidas de simples documentos o fotos, queriendo conocer a quienes los antecededieron -siguiendo más atrás en la línea del tiempo-, descubriendo los hechos históricos que de alguna manera condicionaron su andar por este mundo. .
Por haber sido la menor de mi generación crecí alejada de la familia cercana, y esta ha sido la mejor herencia que haya podido recibir haciéndome sentir que recupero el tiempo perdido, acercando distancias en las que el tiempo no existe y “todos están allí al alcance de la mano, en mi corazón”.
Algunos párrafos con conceptos extractados y adaptados de:
Ana Rozenbaum de Schvartzman - Un viaje de 3 soglos - Página 12 – abril
de 2011Pablo Briand - Gen Briand weblog - 22 de Junio de 2009
“Las personas que nunca se preocupan por sus
antepasados jamás mirarán hacia la posteridad”.
Edmund Burke – Escritor y político irlandés (1729-1797)
Edmund Burke – Escritor y político irlandés (1729-1797)
La sociedad ha ido perdiendo el sentido de familia y con ello el interés que podría tener en saber de los antepasados.
ResponderBorrarEs interesante, pero hay que dedicar tiempo y dinero. ... y la gente hoy está en cosas diferentes, tal vez más superfluas, pero no lo piensa.
ResponderBorrar