"No
hay nada que pueda compararse con el valor de las gentes normales, cuyos
nombres son desconocidos y cuyos sacrificios pasan inadvertidos"
Aung San Suu Kyu - política activista birmana contemporánea
Aung San Suu Kyu - política activista birmana contemporánea
Un ejemplo del que muchos habríamos de copiar cuando sentimos que las dificultades nos agobian. Su nombre es William Kamkwamba, nació en 1987, uno más entre los millones de niños pobres que viven en Malawi, uno de los países más necesitados de África, y como el mismo relata: “Antes de descubrir las maravillas de la ciencia yo era un simple granjero en un país de granjeros pobres, pero aquel año nuestra suerte se oscureció”...
Las dificultades a las que hace frente esa población cada día,
simplemente para sobrevivir, son difíciles de imaginar en el primer
mundo y aún en algunos otros sitios del mundo no tan privilegiados. La hambruna que asoló Malawi en el 2001 hizo que William tuviera que dejar la
escuela. Sus padres no podían pagar la matrícula de acceso
a la educación secundaria, se comía una sóla vez al día y los campos estaban secos. Un futuro difícil que no quiso aceptar.
Dejó la escuela, pero su deseo de aprender y educarse era grande, y siguió estudiando de forma autodidacta gracias a los libros que le prestaban en la biblioteca de la escuela.
Llegó a sus manos un libro llamado "Usando la energía", que describía cómo se podía obtener electricidad a partir del viento usando molinos eólicos.
Para William, acostumbrado a una vida en Malawi donde sólo el 2% de la
población tiene electricidad, aquello fue una revelación. Decidió emprender el proyecto de construir un molino para su aldea que sirviera para bombear agua del pozo (en lugar de transportarla a mano durante horas) y obtener así mejores cosechas de las huertas.
Recorrió los vertederos y reunió todo tipo de desechos, entre ellos
el ventilador de un viejo tractor, los restos de una bicicleta, tuberías
de plástico viejas... soldando con un trozo de alambre rígido calentado con fuego, ... mientras su familia y vecinos no lo tomaban en serio. William trabajó
entre las risas de todos, pero no abandonó, a pesar de la dificultad.
Su primer molino tenía un aspecto estrafalario, y nadie
pensaba que fuera a servir de mucho. William conectó la batería del
molino a unos cables, y estos a unas bombillas (un artículo inusual en
la aldea, ya que todo el mundo dependía de las lámparas de parafina para
el alumbrado nocturno).
Y cuando las bombillas se encendieron, las risas acabaron.
Con su primer aerogenerador, consiguió electricidad
suficiente para cuatro bombillas, una radio y la recarga del único
teléfono móvil de todo el pueblo. Era un gran avance, pero no era
suficiente, siguió trabajando en el diseño de los
aerogeneradores con el fin de construir suficientes para abastecer la
aldea. aunque paradójicamente, seguía sin tener dinero para ir al colegio.
El molino atrajo curiosos y visitantes, entre ellos un periodista que publicó un reportaje sobre William. Tuvo tanto éxito fuera y dentro del país, que permitió reunir fondos para el proyecto de los aerogeneradores. Y para que William pudiera continuar sus estudios en un internado de la capital.
La historia del niño que construía molinos siguió expandiéndose, fue invitado a dar conferencias en diferentes lugares, donde aprovechó para difundir entre quienes le escuchaban las dificultades que atravesaba su país.
En Tanzania conoció a Tom Rielly, director de un instituto de tecnología
sostenible. Rielly lo llevó en un gira por Estados Unidos, donde
conoció a muchos inversores en alta tecnología que posteriormente
contribuyeron a los planes de William para electrificar, regar, y educar
a su pueblo, así como a pagar su matrícula en la prestigiosa Academia
de Liderazgo Sostenible de África, en Johannesburgo, donde siguió estudiando.
En su aldea natal se siguen construyendo más molinos, que permiten que el agua se distribuya en las huertas y las condiciones de vida de sus habitantes mejoren.
En su aldea natal se siguen construyendo más molinos, que permiten que el agua se distribuya en las huertas y las condiciones de vida de sus habitantes mejoren.
Todo esto empezó con una mente inquieta, un libro viejo, la capacidad
de soñar y el deseo de aprender. Los libros, no siempre están disponibles. Pero las otras tres
cualidades acompañadas de perseverencia, creatividad y talento son el mayor patrimonio de la humanidad, y se encuentran en
todos los lugares de la tierra, en todas las razas, edades y sexos. No lo olvidemos.
Una valiosa historia de vida que merece ser compartida.
"Si tu llamas experiencias a tus dificultades y
recuerdas que cada experiencia te ayuda a madurar, vas a crecer vigoroso
y feliz, no importa cuán adversas parezcan las circunstancias".
Henry Miller - Escritor estadounidense (1891-1980)
Henry Miller - Escritor estadounidense (1891-1980)
Un ejemplo de como con tesón y fuerza de voluntad se puede salir adelante.
ResponderBorrarPocos logran salir adelante cuando todo es adverso. Un ejemplo.
ResponderBorrarEs impensable que esto haya sucedido en África, y aquí sólo nos lamentamos y la educación es cada vez de menos calidad.
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