Gabriel García Márquez - escritor colombiano Nobel de Literatura 1982 (1927-2014)

Imagen: Igor Morsky
Intercambio de ideas, sueños, pensamientos, temas de interés, literatura, música y curiosidades, sin un orden determinado, en el juego de compartir. Porque la vida es una, pero las percepciones muchas y en ocasiones conversar con un amigo nos puede mostrar lo que solos no veíamos.
‘La felicidad no es algo que sucede. No es el resultado de la buena suerte o del azar. No es algo que pueda comprarse con dinero o con poder. No parece depender de los acontecimientos externos, sino más bien de cómo los interpretamos." - Mihály Csíkszentmihályi - psicólogo húngaroestadounidense (1934-2021)
La felicidad debería ser el motivo esencial para estar vivos, la meta a lograr, el motor que nos impulsa, pero claro que todos no encontraremos nuestro motivo e impulso en las mismas cosas. Muchos factores nos llevan a una forma de pensar, la cultura, el medio ambiente, la educación, incidiendo en cómo interpretamos lo que vivimos, la actitud con que vivimos, los objetivos que nos planteamos
Deberíamos considerar la frase del filósofo y teólogo danés Søren Kierkegaard que decía: "Quisiera escribir una novela, cuyo protagonista fuese un hombre que había recibido unas lentes, en la que uno de sus cristales reducía las cosas con tanta intensidad como el mejor microscopio, mientras que el otro las aumentaba en idéntica medida. Dicho protagonista interpretaba todo relativamente".
El azar y la eventualidad tal vez tambien tengan su lugar, incluso las críticas de aquellos que no están en nuestros zapatos, pero la casualidad o las circunstancias que nos tocan vivir no deberian acobardarnos ni condicionar nuestro camino, por el contrario, deseos, emociones y juicios, acomodan la forma de ver las cosas..
Escuchar una opinión es válido, pero interpretar y decidir debe depender de nuestras propias decisiones, ... recordemos que somos los protagonistas de la historia y dueños de los cristales con que miramos, sólo así aprendemos, crecemos, evolucionamos y nos colocamos en ese camino hacia la felicidad que buscamos y merecemos, sin importar los esfuerzos que lograrlo nos signifique.
... aunque a veces no resulte fácil, .. hay que tratar de ser feliz con convencimiento, con empecinamiento, ... contra viento y marea, … todo es relativo depende de nosotros la postura que tomamos en la vida.
'A menudo las personas dicen que aún no se han encontrado a sí mismas. Pero el sí mismo no es algo que uno encuentra, sino algo que uno crea.' - Thomas Szasz - profesor emérito de psiquiatría en la Universidad de Syracuse en Nueva York (1920-2012)
“El arte de la vida es vivir en el momento presente.” - Emmet Fox – Rev. Ministro de la Iglesia de la Ciencia Divina, destacado escritor irlandés sobre espiritualidad (1886-1951)
La vida siempre es hoy, ni ayer, ni mañana, … hoy, … y cada día es un comienzo, que nos da la oportunidad de repetir, renunciar, cambiar, intentar, … ser.
Quiero compartir un breve texto de Rosa Vidal Ross , escritora, periodista y conductora del programa "Siempre nos quedará París", donde reflexiona sobre la importancia de hoy, y como podemos ser felices en ese hoy.
Hoy es un buen dia para ser feliz.
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Es importante no perder de vista la brevedad y finitud de la vida, por lo que siempre deberíamos tener presente que lo que pretendemos hacer no deberíamos posponerlo dedicando tiempo a recordar lo ya sucedido, salvo cuando llegáramos a esos recuerdos pero sin instalarnos en ellos, ni dejarlo para después, pues mañana no sabemos de qué forma se presentará o si llegará.
“Vive el momento. Sólo éste momento es la vida.” - Thich Nhat Hahn - monje budista zen, escritor, poeta y activista por la paz (1926-2022)
‘El tiempo es la cosa más valiosa que una persona puede gastar.’ – Theophrasto - filósofo y botánico griego (371-287 a.C)
Mucho hablamos sobre la fugacidad del tiempo y la vida, tantas veces nos encontramos pensando en cómo los años se nos van de las manos, y tantas otras nos damos cuenta que aquello que alguna vez tuvimos como objetivo, se fue quedando –por diferentes circunstancias- en el camino de lo cambiado ppor diferentes objetivos o abandonado sin darnos cuenta.
Y esto no quiere decir que nuestra vida no esté en movimiento, simplemente en algún momento somos conscientes de que ese movimiento no logra cambios ni aporta beneficios, porque vivimos en una rutina sin darnos cuenta de que nos hemos quedado estancados.
Hace un tiempo circula en las redes un texto -de autor para mi desconocido-, que más allá del valor literario que pueda o no tener, vale la pena leer, distrayendo unos minutos para recordarnos a nosotros mismos, que la vida pasa y el tiempo no espera.
"Parpadeaste y estás en septiembre. Y entre parpadeos y parpadeos crecieron tus hijos, se fueron tus padres, dejaste de ver a amigos. Parpadeaste y se te pasa la vida entre la puteada, el trabajo, la plata que no alcanza y los sueños que dejaste encajonados para 'cuando se pueda'.
Ganale alegría al tiempo, que si va a pasar, si va a arrasarnos, al menos que nos lleve llenos de miradas y sonrisas. Y sobre todo, que el tiempo nos encuentre celebrando, porque a esos momentos de felicidad yo creo que no se los lleva ni la muerte. Quedan grabados en el espacio infinito, con energía. Digo yo, que no sé nada, pero que tengo ganas de empezar a mirar."
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Tal vez es el momento, tal vez aún estamos a tiempo, de darnos cuenta que debemos poner las cosas en el lugar que les corresponde, y que de nosotros depende darles el justo valor que merecen, siempre hay algo que podemos corregir, siempre hay algo que podemos mejorar.
Sabemos que el pestañear es una función básica de nuestro organismo y que ya sea de forma voluntaria o por reflejo se parpadea un promedio de 10 veces por segundo, haciéndolo aproximadamente cada cinco segundos y que lo hacemos unas 15 a 20 veces por minuto, lo que parecería una pérdida de tiempo sin embargo tambien sabemos que si estamos demasiado tiempo sin parpadear los ojos y la visión se resentirán.
Claro que éstos detalles no son relevantes aquí, ya que no estamos tratando un tema científico pero importan para poner en perspectiva lo efímero de nuestra vida, el implacable paso del tiempo que no se detiene, y la importancia de no distraernos de lo esencial que es vivir, de modo que tenemos que intentar que ese espacio entre el nacer y el morir debe ser de calidad, y para ello hay que poner lo mejor de nosotros mismos, buscando los equilibrios para que esa vida no se nos pierda entre pestañeos y valga la pena de ser vivida.
‘¿Amas la vida? Pues si amas la vida no malgastes el tiempo, porque el tiempo es el bien del que está hecha la vida.’ - Benjamin Franklin - político, polímata, científico e inventor estadounidense (1706-1790)
“La tortuga puede hablar más del camino que la liebre.” - Gibrán Jalil Gibrán - poeta, pintor, novelista y ensayista libanés (1883-1931)
Generalmente acostumbramos a pensar en el ocio como ese tiempo en que no se hace nada productivo, momentos de haraganería o pereza, donde tenemos la sensación de estar desperdiciando la vida y miramos de mala manera a quienes hacen uso de él, o por el contrario el tiempo dedicado a vacacionar y ‘hacer turismo’, como cosa esencial. Nos convencemos de que si nos apuramos ahorraremos tiempo y nos obligamos a llenar ese espacio-tiempo con múltiples actividades ninguna de las cuales hacemos realmente bien cayendo en una vida donde el vacío y la carencia se establecen.
Sin embargo ese espacio dedicado al ocio es mucho más que simple holgazanería, en concepto del filósofo alemán Joseph Pieper es el "espacio en el que el hombre se encuentra consigo mismo, cuando asiente a su auténtico ser.”, y allí su importancia en un mundo urgido y sin paciencia que nos impone el ritmo a seguir, y en el debemos encontrar nuestro lugar.
El periodista británico-canadiense Carl Honoré en su libro ‘Elogio de la lentitud’ dice: “Lo que denuncio no es la rapidez en si misma, sino que vivimos siempre en el carril rápido y hemos creado una cultura de la prisa donde buscamos hacer cada vez más cosas con cada vez menos tiempo, que hemos generado una especie de Dictadura Social que no deja espacio para la pausa, para el silencio, para todas esas cosas que parecen poco productivas. Un mundo tan impaciente y tan frenético que hasta la lentitud la queremos en el acto.”
Caminar la vida lentamente es estar abierto a lo imprevisto, a la sorpresa. Los tiempos actuales nos obligan y exigen llevar el ritmo apresurado que la sociedad impone, pero no podremos hablar de lo que había en el camino, porque no tuvimos tiempo para verlo ni disfrutarlo.
El ocio unido la lentitud abren espacios para disfrutar en la naturaleza, para momentos de reflexión, para la contemplación del mundo y la elaboración de proyectos, para reconocernos a nosotros mismos, para liberar el estrés y para la indispensable recreación. Es demasiado corta la vida para perderla con apuros sobreviviendo sin disfrutar el camino.
Sabemos que tal vez la exagerada lentitud pueda parecer utópico en éste nuestro siglo XXI, donde la necesidades para vivir obligan y se imponen, cuando resulta difícil caminar a un ritmo diferente en la multitud que nos rodea y nos desdibuja, pero encontrar un sano equilibrio sería lo adecuado. Sin duda un tema para reflexionar, mientras aún estamos a tiempo.
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‘La velocidad es la forma de éxtasis que la revolución técnica ha brindado al hombre.’ – Milan Kundera - escritor, novelista, dramaturgo, ensayista y poeta checo contemporáneo
“Lo que la luz es para los ojos, lo que el aire es para los pulmones, lo que el amor es para el corazón, la libertad es para el alma del hombre.”- Robert Green Ingersoll – abogado, líder político y orador estadounidense (1833-1899)
Todos sabemos que viajar es un evento al que no siempre podemos acceder, por dificultades para encontrar los tiempos libres en que hacerlo, por compromisos adquiridos familiares, laborales o de estudio que no lo permiten, o escasez económica que nos limita la posibilidad de concretarlo.
Sin embargo todos coincidimos que viajar nos hace más felices, abre nuestra mente, nos permite flexibilizar conductas, aflojar el estrés de la vida cotidiana, alejarnos de las rutinas diarias, y tal vez por ello todos ansiamos –sobre todo cuando las responsabilidades de la vida nos agobian- con escapar a nuevas experiencias, nuevos lugares, que nos liberen y enriquezcan al mismo tiempo.
En los tiempos que corren además de las limitaciones que ya mencionamos se suma la dificultad que supone la pandemia de la Covit-19 que limita la movilización de las personas por motivos sanitarios.
Pero no debemos olvidar que pueden existir otras maneras de viajar y que no consideramos realmente en su justa medida. Dicen que ‘todos los viajes son lindos, incluso los que hagas por las calles de tu barrio, y que el encanto dependerá de tu estado del alma’.
Seguramente descubrir los lugares próximos a donde vivimos y a los que habitualmente no prestamos atención, tambien podríamos considerarlo como viajar si decidimos hacerlo involucrándonos en el recorrido, conociendo orígenes, descubriendo historia, desmenuzando anécdotas, escuchando los latidos de cada lugar y saboreando lo que nos cuenta.
La Ciudad Vieja que alberga el casco histórico de la ciudad de Montevideo, -donde vivo- permite recorrer tramos y curiosidades de la historia. Quien no se asombra al llegar al Hospital Maciel y encontrar la Capilla que aún mantiene en una de las columnas de su fachada una bala de cañón que según se dice data de la época de la invasión inglesa en los inicios del 1800, una bellísima construcción con un altar de estilo barroco, y pilas de agua bendita que llaman la atención, que lamentablemente no está actualmente abierta al público, por el estado de avanzado deterioro que presenta. Y uno piensa, ... cuantas almas, con familiares enfermos en el hospital, habrán implorado allí por su recuperación.
A poca distancia llegamos a la hermosa Plaza Zabala que mantiene su estilo europeo muy cuidada con frondosos árboles, el monumento central de Bruno Mauricio de Zabala fundador de la ciudad, con el constante bullicio de personas que pasan o se sientan en sus bancos y niños que juegan, un verdadero pulmón que respira, haciéndola sentir viva.
Cruzando la calle enfrentamos el poco conocido 'Palacio Taranco', una joyita arquitectónica de estilo francés, construído a principios del 1900 por la familia del mismo nombre, comprado por el estado en 1943, convertido actualmente en Museo de Artes Decorativas, y que supo albergar en algún momento visitantes ilustres como el Principe de Gales futuro Eduardo VIII quien abdicara al trono de Inglaterra, escribiendo una de las historias de amor más conocidas de todos los tiempos, así como luego fue testigo en 1979 de la firma del Acta de Montevideo entre Chile y Argentina por el conflicto del Canal de Beagle que tuviera la mediación del Papa Juan Pablo II, presente allí en ese momento.
Tambien vamos a encontrar la Catedral Metropolitana frente a la Plaza Matriz y enfrentada por el otro lado de la misma plaza por el Cabildo de Montevideo, donde historias, anécdotas, curiosidades y mucho más podemos encontrar para pensar, cuestionar, investigar y conocer como palpitaba y latía la ciudad en sus inicios y las vida de sus gentes. Sin olvidarnos del Puerto de Montevideo, motor importante de la vida económica, así como el gusto de recorrer callecitas que sólo tienen el mérito de permitirnos disfrutar nuestra identidad encontrando las influencias que como sociedad hemos recibido y no olvidemos la hermosa rambla que bordea ese 'Mar Dulce' de los españoles en su descubrimiento, el 'Paraná Guazú' de los indígenas, el 'río grande como mar', donde Montevideo se recuesta, el omnipresente 'Río de la Plata', extendiéndose por quilómetros, frente al cual podemos sentirnos libres.
Cada viaje trae consigo sus propias sorpresas: un desafío, una desviación súbita, un descubrimiento y tal vez incluso, el reconocer en los recuerdos asociados, emociones nuevas que mejoran nuestro estado de ánimo. En resumen no existe una única forma de viajar y siempre será un enriquecedor aprendizaje que hay que considerar.
He decidido hacer la experiencia recorriendo algunas calles de mi barrio, cada lugar tiene sus peculiaridades, sus encantos particulares, y en él vibran las historias de su gente, todos pueden animarse, hacer lo mismo descubriendo y haciendo propio su espacio cercano, y todo lo que atesora, encontrando, sorprendiéndose y disfrutando experiencias como las que podría conseguir viajando más lejos.
Estoy convencida que esta nueva manera de intentarlo, 'con tapabocas, distanciamiento social y sin valijas', con el alma dispuesta, más cercana a las historias y vivencias, es una buena forma de saber más, conocer el entorno, ponernos en la piel de aquellos que nos antecedieron y allí sufrieron, lucharon, rieron, conociéndonos a nosotros mismos, ... en suma un aprender a mirar y tambien vivir.
“No hay hombre más completo que aquel que ha viajado mucho, que ha cambiado veinte veces de forma de pensar y de vivir.” - Alphonse de Lamartine – escritor y político francés (1790-1869)