“El postre es como una
canción para sentirse bien. Las mejores te hacen bailar.”
Edward Lee – empresario
y chef estadounidense contemporáneo
¿Alguna
vez se han encontrado mirando una receta de cocina?, más aún, una receta que entre sus ingredientes indicaba agregar 1 ‘cucharita de café de …’, ¿y han
preguntado que tipo de café era el que se debía incorporar?, pues a mi sí me ha
pasado, a ese grado ha llegado mi ignorancia sobre el arte culinario, siendo
incapaz de reconocer en esa simple indicación que se trataba de una unidad de
medida como referencia de cantidad y no una clase especial de café.
Siempre
tuve el privilegio de estar rodeada de personas que cocinaban muy bien, por lo
cual también me acostumbré a saborear, paladeando y eligiendo que comer, sin
necesidad de pensar que y como hacer, lo que sumado a mi poco interés en aprender
cómo y al escaso tiempo de que disponía para hacerlo, hizo que me convirtiera
poco a poco, en una de esas personas que son inútiles, incapaces hasta para
ayudar en esas tareas.
Hoy
el dolor de cabeza -una de mis interminables jaquecas- me tuvo a mal traer todo
el día, y como me sucede con relativa frecuencia opto por tomar la medicación y
esperar que con el correr de las horas aparezca el alivio, mientras intento
distraer el tiempo haciendo algo que me mantenga ocupada fuera de la rutina y
para mi sorpresa me doy cuenta ahora que cada vez más seguido intento hacer
algo en la cocina.
Claro
que la historia de la ‘cucharita de café
de …’ sucedió hace muchos años, y hoy luego de haber doblado ya varias
décadas, es una duda que ha desaparecido, lo que me sorprende es notar que lo
hago con bastante soltura, me atrevo a incorporar cambios en alguna de las muy simples
recetas con las que me manejo y apelo a muchos productos de los que abundan con
alguna preparación previa que facilita su uso, sin embargo es una doble
satisfacción haberlo logrado, un gusto comer lo que he hecho con mis propias
manos, en ocasiones recibir algún elogio de quienes se atreven a probar, y
sobre todo comprobar que superé mis limitaciones.
Cocinar es un arte, un oficio, la que yo practico es sin complejidades ni sofisticaciones, a modo de ejemplo les dejo una de esas
recetas que hago con mayor frecuencia que intenta emular al ‘strudel de manzana’
en una versión rápida y sencilla, que quien sepa puede preparar haciendo masa
de hojaldre y quien no lo sepa comprando masa pronta para hornear, y para el
relleno, '… se cortan varias manzanas en
trozos, se agregan nueces y pasas de uva, se espolvorea con canela y azúcar morena y se
lleva a horno moderado hasta que la masa esté dorada'. Imposible equivocarse,
hasta un niño se atrevería, y el resultado es realmente estupendo, riquísimo.
Lo
importante es que una vez más compruebo que todo es posible cuando nos lo
proponemos, para mí un desafío, un entretenimiento, un sentir que la torpeza
que me acompañó para estas labores, con el correr de los años no ha podido
conmigo, que en la vida hay que atreverse, poner voluntad y determinación, y
que aprender cosas nuevas nos mantiene activos y permite que conozcamos facetas
de nosotros mismos que no creíamos tener, si a eso le agregamos que los sabores
y aromas me llevan a la cocina de mi madre, a
los almuerzos de domingos en familia, a revivir los recuerdos con
alegría, toma sentido el concepto de hogar como tal y es muy gratificante.
“Una receta por si
misma no tiene alma, es tu trabajo dársela.”
Thomas Keller –
empresario, chef y escritor estadounidense contemporáneo
Siempre hay tiempo para hacer lo que antes no pudimos o no quisimos, y si en ese momento se disfruta, mucho mejor.
ResponderBorrarCreo que voy a probar esa receta, fácil y rica. Gracias.
Gracias Anónimo por comentar, y ... seguro que si lo pruebas te va a gustar.
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