“Consérvate
primero tú mismo en paz y luego podrás llevar la paz a los otros.”
Thomas
de Kempis – sacerdote agustino, escritor místico (1380-1471)
Coincidiendo con el deseo de felicidad y de tener una vida
plena, el hombre intenta vivir en paz, sin embargo como contrapartida y aunque
resulte en una incongruente paradoja, el hombre también se embarca en
diferentes acciones que van en sentido contrario a esa necesidad que significa
vivir en paz.
El
deseo de paz no se enseña, es innato, tanto como comer o dormir, una necesidad fundamental
para estar completos, que se construye en la conjunción de la paz interior con
uno mismo y la paz con el entorno que nos rodea, como se señala en la encíclica
Pacem in Terris, escrita en 1963 por el hoy canonizado papa Juan XXIII es lograr
una convivencia basada en la verdad, la libertad, el amor y la justicia.
A
pesar de angustias, preocupaciones y tristezas el hombre vive en la esperanza
de alcanzar un mundo mejor, y para eso promueve pautas que le comprometen con
la defensa del estado de paz, lo que no impide que existan quienes desde una
visión individualista se involucran en conflictos que amenazan al mundo con
situaciones de guerra, conflictos, violencia, hambre, … donde el respeto por la
vida humana y el bien común pasan a segundo plano.
Deberíamos
hacer el intento de minimizar las diferencias que separan, tal vez la
intolerancia es la clave que no permite que lo logremos, porque tolerar no
significa sólo permitir sino sobretodo aceptar y allí aceptando las
diferencias, entendiendo que todos y cada uno de nosotros tiene derecho a tener
su verdad, aceptando esas diferencias, entendiendo que los demás tienen el mismo derecho
que nosotros a tener la suya, que todas pueden ser válidas si aceptamos la
diversidad.
La
vida actual nos impulsa, nos obliga, nos lleva y por momentos dejamos de
pensar, pero es necesario que nos demos cuenta que la paz no está dada sólo por
hablar de ella, podríamos compararla con el aire que respiramos, todos sabemos
que sin aire no podemos vivir, e igual sucede con la paz, mientras no la haya
sólo malvivimos, y de nosotros depende que más allá de las diferencias que nos
separan –aún en el difícil intento de aceptarlas-, busquemos dentro de nosotros
mismos, para que el deseo de paz pueda ser una realidad tangible.
“Hay
algo tan necesario como el pan de cada dia, y es la paz de cada dia, la paz sin
la cual el pan es amargo.”
Amado
Nervo – seudónimo de Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz, poeta y prosista
mexicano (1870-1919)
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