"Con veinte años todos tienen el rostro que Dios les ha dado, con cuarenta el rostro que les ha dado la vida y con sesenta el que se merecen."
Albert Schweitzer - médico, filósofo, teólogo, músico alemán, Nobel de la Paz en 1952 (1875-1965)
Nacemos,
crecemos, vivimos y morimos, es el ciclo normal, habitual, conocido, de vida de
cualquier ser humano y que se dará -mal que nos pese-, salvo que circunstancias
sorpresivas, impensadas y no deseadas como enfermedades o accidentes lo
trunquen antes en alguna parte del recorrido previsto.
Desde
el nacimiento y luego durante buena parte de la vida, -primero nuestros
padres-, y nosotros mismos después, estamos en la permanente espera de aquello
que nos proponemos, para lo que estamos estudiando, para la profesión que
pretendemos tener, por el trabajo que aspiramos obtener, y así la vida se
convierte en la espera constante de algo que es el motor que nos mueve.
Ese
recorrido por momentos nos hace sentir la satisfacción de lograr las metas que
nos propusimos e inmediatamente que llegamos emprendemos nuevas búsquedas y
proyectos, nos permitimos desvíos, demoras y también los consecuentes e
inevitables errores, sintiendo que el tiempo está a nuestro favor y podremos
esperar el tiempo que sea necesario mientras probamos otros caminos.
Pero
casi sin darnos cuenta el tiempo de que disponemos va siendo menor, y como
consecuencia de ello las esperas no son una alternativa válida, vivimos cada dia,
las proyecciones a futuro van perdiendo sentido, y como dice un breve texto atribuído a la escritora
brasileña Martha Medeiros:
“Sin mucha
frescura, sin mucho desgaste, sin mucho discurso. Todo lo que la gente quiere, después
de una cierta edad, es ir directo al grano. […]. Personas con experiencia ya no
cocinan a fuego lento, no esperan sentados, no están dando vueltas y vueltas,
no necesitan recorrer todos los cursillos. Queman etapas. No desperdician nada.
La paciencia sólo para lo que realmente importa, paraciencia para ver la tarde
caer, para ver el final del otoño, para tomar una copa de vino, para la música
y los libros, para escuchar un amigo, para lo que vale la pena nuestra
dedicación. ...”.
Hoy es el mejor momento
para darnos cuenta que el tiempo es el ingrediente más escaso, que ya no
podemos desperdiciar, no queremos esperar sino vivir, y para seguir haciéndolo,
el ritmo será el que nuestro propio corazón imprima, con coraje, sin esperas,
sin pausas, paladeando la vida, … viviendo, la decisión es crítica, el momento
es ahora.
“Nadie
puede permitirse el lujo de mirar a su alrededor y esperar a que alguien haga
lo que él mismo no quiere hacer.”
Carl
Jung - médico psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo (1875-1961)
Un saludo.
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