"Aléjame de la sabiduría que no llora, la filosofía que no ríe y la grandeza que no se inclina ante los niños.”
Khalil Gibran -
poeta, pintor, novelista y ensayista libanés ( 1883 - 1931 )

lunes, 30 de noviembre de 2015

Ciclo vital - conocernos y aceptarnos

“La mejor forma de abordar tu miedo a morir es abordar tu miedo a vivir.”
Pedro Jara Vera. - especialista en psicología clínica, psicoterapeuta, docente y escritor español contemporáneo

En el transcurso de la vida el ciclo vital nos lleva del nacimiento a la muerte pasando por las conocidas etapas de niñez, juventud, adultez, maduritud y vejez, de las que nadie escapa. Cuando jóvenes nos sentimos vitales, entusiastas, el cansancio no nos detiene, la adultez nos encuentra llenos de iniciativas, en el proceso de crecimiento como personas y de concreción de proyectos. La madurez nos alcanza en pleno ejercicio de nuestras aptitudes y capacidades, permitiéndonos aún desarrollar múltiples y productivas actividades y así casi sin darnos cuenta vamos llegando al momento en que comenzamos a declinar, nos descubrimos cansados ante esfuerzos menores, el cuerpo nos empieza a poner límites y aunque nos neguemos a reconocerlo, aparecen algunos inconvenientes de salud, que nos advierten que nuestra vitalidad ya no es la que tuvimos.

La escritora Gioconda Belli en su libro 'El intenso calor de la luna', nos introduce en el tema y si bien la novela tiene como eje el impacto que la inminente llegada de la menopausia ocasiona en la vida de Emma su protagonista, bien podemos tomar sus palabras de una manera más general refiriéndonos al envejecimiento, es decir el paso de los años, y la decadencia fisica que acompaña ese proceso que alcanza a hombres y mujeres por igual.

"La vida de cada ser humano es una sucesión de hechos. No tendrían que ser sorpresa, pero nunca dejan de serlo. La conciencia existe en un entorno sin tiempo. Se viaja por la vida como un pasajero alerta que mira por la ventana, baja en diversas estaciones, acumula o pierde equipaje, gana o descarta compañeros de vagón. En el teje y maneje de la vida el cuerpo es silencioso cómplice. Un día de tantos, sin embargo, nos toca el hombro y nos obliga a mirar su cansancio. Invariablemente la mente se revela; ella, la alada, la infinita, la que nunca envejece, la que es, se resiste a reconocerse temporal, pasajera. La noticia es inevitable, aceptarla, apropiarse de la fragilidad es el desafío que ha llegado a tocar las puertas más secretas... "

Nos cuesta asumirlo, sentimos estar acercándonos al final del camino, nos enojamos, pero llega el momento en que la realidad se impone y tenemos que darnos cuenta que deberemos modificar rutinas, dar paso a actividades menos exigentes y ello no deberá hacernos sentir mal, en todo caso habremos de aprender a escuchar nuestro cuerpo y hacer caso a su voz llegando hasta donde podamos sin por eso sentirnos deprimidos ni excluídos del mundo, tratando como dice Belli de: "… aprender a ser buena compañía para uno mismo", sin titubeos, empeñados en no dejarlo en el intento, sino decididos a hacerlo, convencidos que cada etapa de la vida tiene su propio encanto, que la vida es finita y el cuerpo frágil, y sólo es cuestión de aceptarlo y aceptarnos.

Imagen: Marco Grassi

“Conócete, acéptate, supérate”. 
San Agustin de Hipona – Santo, Padre y doctor de la Iglesia Católica (354-430)
 

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