Erasmo de Rotterdam - Humanista neerlandés (1469-1536)
El mundo y la
sociedad actual nos llena de urgencias, trabajo en exceso, compromisos y al
mismo tiempo nos aporta todos los adelantos tecnológicos. Ese ritmo que nos
cansa y el abuso y exceso de medios para mantenernos comunicados, como contrapartida,
nos hacen caer en el aburrimiento, ese
estado de incomodidad en el que no sabemos que hacer, ni como actuar, ese
estado afectivo negativo, que nos produce inquietud y que no sabemos como paliar.
Científicos
dedicados al campo de las neurociencias han estudiado el aburrimiento y concluido
en que, así como el miedo o la tristeza tienen su utilidad también el
aburrimiento debería ser útil y que la ausencia de tareas inmediatas y
objetivos urgentes "favorecería el establecimiento o el uso de conexiones
cerebrales poco transitadas fomentando la creatividad”.
Muchas veces
no sabemos que hacer, y no creamos que se trata de que nos sobre el tiempo o
nuestra vida no tenga dificultades, tenemos esa sensación de que todo nos da
igual, encendemos el televisor –aún sin mirarlo ni prestarle atención, sólo
para sentirnos acompañados, en un intento de distraer el tiempo que no sabemos
como ocupar, y aunque no intentamos entrar a explicar los fundamentos
científicos del tema, es claro que el aburrimiento forma parte de nuestra
naturaleza.
Estar
aburrido puede ser falta de motivación o voluntad, y si es por períodos
prolongados puede llevar a la angustia y la depresión. Para estar aburrido no
hay edad, se aburre el adulto y se aburre el niño, quien no ha escuchado el
clásico ‘estoy aburrido’ de un niño en algún momento, pero muchas veces, en los
momentos en que nos aburrimos, es cuando se nos ocurren cosas que antes no
habíamos pensado, también es buen momento para desarrollar, casi sin darnos
cuenta, el poder de observación, la imaginación se agudiza y en ocasiones
encontramos esa creatividad que desconocíamos tener.
Las rutinas
cotidianas, el cansancio, las actividades que no nos merecen interés llevan al
aburrimiento, pero no lo veamos como algo negativo, tomémoslo como un desafío a
nosotros mismos, un estímulo para despertar todo aquello que tenemos dentro y
no sacamos a luz por ese ‘dejarse estar’ en que nos colocamos y del que si
salimos nos sentiremos satisfechos y felices de haberlo logrado, porque el
tiempo en actividades que nos resulten gratas es tiempo que pasa sin darnos
cuenta.
Finalmente, no es mala cosa aprender también a disfrutar –en algunos
momentos- de ese ‘no hacer nada’, disfrutando del ocio, dejándonos invadir por
el sentimiento de hacer lo que queramos, o no hacer nada, con ese nuestro tiempo, que el descanso en la vida agitada, bien dosificado, es beneficioso.
"El
hombre actual ha nacido o bien para vivir entre las convulsiones de la
inquietud, o bien en el letargo del aburrimiento" - François Marie Arouet – conocido como Voltaire escritor,
historiador, filósofo y abogado francés (1694-1778)
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