"Aléjame de la sabiduría que no llora, la filosofía que no ríe y la grandeza que no se inclina ante los niños.”
Khalil Gibran -
poeta, pintor, novelista y ensayista libanés ( 1883 - 1931 )

jueves, 3 de septiembre de 2015

Mentir - un mal hábito

“La mentira se desvanece, la verdad triunfa al fin y permanece.”
Helmuth von Moltke – Militar alemán (1800-1891)
 
Cuando los niños nos enseñan que mentir no está bien , todos nos consideramos personas sinceras, sin embargo es una práctica que existe desde que el mundo es mundo, y que encontramos en todos los estamentos sociales.

Desde el punto de vista filosófico, no es un defecto ni una virtud, sino un vicio , del que nadie escapa, en el que incurrimos sin pensar, en ocasiones para disimular un defecto o un error, en ocasiones para aparentar algo que no se es , muchas veces de manera consciente sabiendo que la realidad es diferente a lo que manifestamos, en definitiva un hecho que según la circunstancia en que suceda, o como y para que se utilice, puede ser interpretado como una picardía, una manía, un mal hábito , una habilidad, o un arte.

No siempre es posible ni conveniente la sinceridad y todos en alguna medida mentimos. Hay mentiras piadosas, compasivas, las hay necesarias, también malintencionadas y manipuladoras, aunque muchas veces no lo hagamos con intención de engañar, aunque sólo nos limitemos a ocultar una verdad, a sacarla de contexto o decirla a medias, aunque la timidez o la vergüenza sean el disparador, lo cierto es que no escapan a la condición de mentira, con la única diferencia, de que unas son socialmente mejor aceptadas.

La ética, es quien inhibe de decir una mentira, aunque no es el único freno, también influye el miedo a ser descubierto o el temor de sentirse involucrado en algo, considerado negativo. Y aunque paradójico, también nos mentimos a nosotros mismos, por evitar responsabilidades o no querer encarar situaciones determinadas, lo que -en algún momento- nos llevará a mentir a nuestro entorno.


Hay mentiras malévolas con clara intención de dañar, las hay para tratar de mostrar a los demás lo que no somos, las hay como parte de una estrategia, que en ocasiones terminan siendo una costumbre, un hábito erróneo, y se reiteran aún sin ser necesario . 

Suceden sin discriminación de edad, el niño miente en medio de sus fantasías, el joven cuando no puede enfrentar las cosas que le disgustan, el adulto cuando no consigue superar obstáculos y necesita sentir que ha triunfado, el anciano cuando no se perdona las equivocaciones cometidas a lo largo de su vida.

Saber cómo queremos relacionarnos en la sociedad, cuan confiables deseamos ser y la fragilidad de esa circunstancia en relación a nuestra forma de ser y hacer, serán las condicionantes que pautarán nuestra conducta y la verdad o mentira con que nos manejaremos en la vida. Es claro que la mentira estropeará la confianza en que se cimenta la vida de relación individual y de toda sociedad sana.

“El que dice una mentira no sabe que tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de ésta primera.” - Alexander Pope – poeta inglés (1688-1744)
 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario