"Aléjame de la sabiduría que no llora, la filosofía que no ríe y la grandeza que no se inclina ante los niños.”
Khalil Gibran -
poeta, pintor, novelista y ensayista libanés ( 1883 - 1931 )

miércoles, 12 de febrero de 2014

Indiferencia - opción, estado de ánimo, mecanismo de defensa?

"A veces, la indiferencia y la frialdad hacen más daño que la aversión declarada."
Joanne K. Rowling -
escritora y productora de cine británica contemporánea.

Sigmund Freud decía que lo contrario del amor no es el odio sino la indiferencia.

La indiferencia nace cuando nada nos atrae o nos llama a defender lo que, alguna vez, encontramos justo y bueno. Existen distintos modos de indiferencia: se puede ser indiferente por convicción; o ser indiferente por pereza
 
El indiferente por convicción posee una idea, que lo aísla de la realidad, que lo separa de los demás, que lo impulsa a no tomar compromisos, a no comprometerse con nadie y con nada, una idea que lo paraliza, y no le permite actuar.

El indiferente por pereza, lo es por comodidad por no querer participar, por falta de deseos incluido el pensar y asumir una opción, ante esta indiferencia lo único que queda por hacer es tratar de sacarlo de su error, lo que es más fácil que con el indiferente por convicción.

La indiferencia es una máscara del egoísmo que utiliza para ocultarse y no aparecer como tal, crea un estado, en el cual, no se distingue entre la luz y la oscuridad, el crimen y el castigo, la crueldad y la compasión, el bien y el mal. Puede tratarse de un sentimiento o una postura que se caracteriza por no ser ni positivo ni negativo.

Al mostrarse indiferente, la persona se vuelve apática, no siente ni actúa, se mantiene al margen permaneciendo inactivo, genera un estado de insensibilidad, de anestesia afectiva, de frialdad emocional, y una situación de desapego.

Lamentablemente, el egoísmo utiliza el mecanismo de la indiferencia cuando se trata de satisfacer necesidades ajenas o lejanas a nuestro entorno, demostrando que no hemos evolucionado como seres sociales, sino que buscamos nuestro beneficio sin considerar donde comienzan los derechos de los demás. La eliminación de esta indiferencia debe convertirse en nuestra principal prioridad si anhelamos alcanzar un estado de bienestar social.  

A través de la comunicación, el contacto y las relaciones interpersonales la persona se enriquece, la indiferencia empobrece al indiferente, haciendo que se encierre en sí mismo. El diálogo y la escucha son armas valiosas para luchar contra la indiferencia. 

Cuando las necesidades de los demás cobran un sentido de urgencia se convierten en un instrumento de corrección, pueden cambiar nuestra vida y hacernos salir del egoísmo para volvernos “humanos”, que de eso se trata.

"No me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena
pastor estadounidense luchador por los derechos civiles para los afroamericanos (1929-1968) Nobel de la Paz 1964

1 comentario:

  1. El ritmo de vida que se lleva en la actualidad creo que influye para que las personas se muestren indiferentes a lo que le sucede a otros.

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