Cicerón - jurista, político, filósofo, escritor, y orador romano (106-43 AC).
Vivimos
en una sociedad donde “quien tiene la información, tiene el poder”, el problema
es cuando esa información es falsa y se difunde rápidamente
El rumor, la calumnia, y la maledicencia han sido
siempre práctica en el mundo; es deslizar una noticia -verdadera o falsa- con que
se murmura o se pretende difamar a una persona o en muchos casos a una institución.
Nacen de la envidia por el bienestar del otro y con el propósito de causar daño.
Siempre hay un oído dispuesto a escuchar
una información privilegiada y también siempre hay una voz
dispuesta a difundir y propagar noticias que casi
siempre son negativas y tienen por objetivo una víctima.
Es la falta de ética lo que nos hace
ocuparnos más de la vida de los demás que de la propia, en ocasiones es premeditado y en otras sin pensar en el daño que se causa y sólo como forma de sentirse importante, actuando con hipocresía y perjudicando la dignidad de otros.
La
vida es una lucha de todos contra todos y la difamación se convierte en un motor hacia la cumbre proporcionando
un sentimiento de superioridad.
Hasta
hace muy poco tiempo, los rumores circulaban de boca a oreja y, aunque hacían
daño, su difusión era lenta, Hoy, todos somos vulnerables a este mal histórico que ahora ha encontrado un
propagador impensable hace años, Internet.
Antiguamente
el honor y la honra eran los bienes más preciados de las personas y su pérdida
se consideraba irrecuperable, hoy estos conceptos pareciera que han quedado en el tiempo, vivimos en una sociedad donde prima la mediocridad y la falta de valores morales.
No bajemos los brazos, no nos sumemos cuando se pretenda involucrarnos en un rumor, una buena imagen, un prestigio sólido y transparencia en nuestras actitudes son la mejor
manera de combatir los rumores.
“No hay montaña sin niebla ni hay
hombre de mérito sin calumniadores” - Proverbio turco.
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