“El
posponer sólo está bien cuando se está enojado.”
Publio
Siro – escritor latino de la antigua Roma (85-43 a.C.)
Hay tareas y decisiones
que sin darnos cuenta posponemos, dejamos un trabajo para hacer después, por
falta de tiempo, no estudiamos hoy y lo dejamos para mañana por falta de ganas,
o evitamos decidir algo, esperando tal vez que mágicamente aparezca una
solución que nos evite tomar posición, y esa forma de actuar que, en ocasiones
puede resultar beneficiosa cuando estamos enojados dándonos tiempo para que ello no influya negativamente en una decisión,
cuando nos acostumbramos y lo hacemos siempre así, se convierte en un lastre
que sólo entorpece el desarrollo de la vida.
Por
qué lo hacemos?, en general porque lo que tenemos que hacer o decidir es algo
que no nos resulta atractivo, es más, posiblemente sea algo que no nos interesa
demasiado, o que pretendemos evitar involucrarnos, esperando que el motivo
desaparezca antes de tener que enfrentarlo, o tal vez se trate de una tarea
demasiado importante para la que no nos sentimos capaces, y el miedo a no estar
a la altura requerida nos hace posponer lo que tendríamos que estar haciendo
ya.
Lo
triste es que aquello que pretendemos evitar no lo solucionamos posponiendo su
resolución, sólo trasladamos en el tiempo una decisión que mientras no tomamos
nos mantiene incómodos, genera estrés y se va convirtiendo sin darnos cuenta en
una costumbre, un mal hábito que en ocasiones puede ser la excusa perfecta para
que un fracaso no sea visto como un error nuestro sino que no lo hicimos por no
haber resuelto aquello oportunamente.
Posponer
es evitar responsabilidades que debemos asumir, agregando sobre nuestras
espaldas una carga extra de ansiedad, una preocupación más, al saber que
tenemos pendiente cosas que en algún momento y sin disculpas de tipo alguno
deberemos resolver y hacer.
Decidamos
organizar nuestra vida, desde las tareas a las actitudes, reconozcamos las excusas
que nos damos a nosotros mismos, valoremos lo que debemos hacer como una cita
con nosotros mismos, probemos hacer pequeñas cosas sin posponer, paso a paso,
con objetivos que nos resulten sencillos de alcanzar, para comprobar el
beneficio que nos aportan.
Posponer
puede llevarnos a perder oportunidades, reflexionemos, tal vez mañana ya no estemos, no posterguemos nuestra
vida, y no lo empeoremos haciéndonos trampas a nosotros mismos.
“Posponer
algo fácil lo convierte en difícil, posponer algo difícil lo convierte en
imposible.”
George
C. Lorimer – pastor estadounidense (1838-1904)
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