“Una joya
tiene el poder de ser esa cosa pequeña que puede hacerte sentir única.”
Jennie Kwan –
actriz y cantante filipina contemporánea
La
historia nos trae curiosidades dignas de recordarse, tal el caso de los huevos
que desde el año 1883 el zar Alejandro III encargó al orfebre Peter Carl Fabergé joyero
oficial de la familia real, uno de los orfebres más destacados del mundo, para
regalar a la zarina María conmemorando la Pascua.
La
vida de los zares en la Rusia del siglo XIX se caracterizó por el despropósito
del lujo y la ostentación frente a una sociedad en total desigualdad en la que
el hambre y la miseria imperaban, y en ese período se enmarca la fabricación de
éstas joyas, piezas de las que luego se fabricaron otras para otras Pascuas y otros eventos importantes.
Verdaderas
obras de arte inspirados en diferentes estilos, como el barroco, neoclásico o
rococó, fueron realizados en materiales tales como platino, oro, plata, así
como jaspe, malaquita, jade o
lapislázuli, algunos incluían grabados con la técnica ‘guilloché’ y piedras
preciosas como rubíes, esmeraldas y zafiros aplicándoles esmalte traslúcido.
Ese
primer huevo encargado al joyero estuvo realizado en platino dentro del cual
otro huevo más pequeño hecho en oro contenía una pequeña gallina también de oro
que sobre la cabeza tenía una réplica de la corona imperial rusa. Se realizaron
69 huevos a lo largo de los años de los cuales se han conservado 61, quedando
sin terminar los 2 últimos por el estallido de la revolución rusa de 1917.
Huevos de Pascua pecualiares, expresión de riqueza y poderío, salidos de la creación y el diseño de un artista excepcional, un derroche de color y de alto valor. Vale
la pena disfrutar de las imágenes.
“En el arte
como en la vida, la síntesis de contradicciones habrá construído un hecho
nuevo.”
Angel Orcajo – dibujante y pintor español
contemporáneo
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