“Si cerráis la puerta a
todos los errores, también la verdad quedará fuera.”
Rabindranath Tagore –
filósofo y escritor indio (1861-1941)
¿Alguna
vez nos hemos detenido a pensar cuanto y como influímos en nuestros hijos aún
sin ser conscientes de hacerlo.? Que comportamientos, creencias, actitudes,
temores, convicciones, valores, gustos, ellos adoptan por imitación o nosotros
les trasmitimos desde pequeños, y sólo reaccionamos cuando la realidad nos enfrenta.
De la pluma del escritor español Javier Marías
transcribo un fragmento de su libro ‘Los enamoramientos’.
“Los
hijos dan mucha alegría y todo eso que se dice, pero también dan mucha pena, permanentemente,
y no creo que eso cambie ni siquiera cuando sean mayores. Y eso se dice menos.
Ves su perplejidad ante las cosas y eso da pena. Ves su buena voluntad, cuando
tienen ganas de ayudar y poner de su parte y no pueden, y eso te da también pena.
Te la da su seriedad y te la dan sus bromas elementales y sus mentiras
transparentes, te la dan sus desilusiones y tambien sus ilusiones, sus
expectativas y sus pequeños chascos, su ingenuidad, su incomprensión, sus
preguntas tan lógicas, y hasta su ocasional mala idea. Te la da pensar en cuánto
les falta por aprender, y en el larguísimo recorrido al que se enfrentan y que
nadie puede hacer por ellos, aunque llevemos siglos haciéndolo y no veamos la
necesidad de que todo el que nace deba empezar por el principio. ¿Qué sentido
tiene que cada uno pase por los mismos disgustos y descubrimientos más o menos
eternamente.?.”
…
…
Es
claro que no existe un manual para ser padres, la experiencia es individual y
cada uno la vive como mejor sabe o puede, muchas veces caemos en errores de los
que nos cuesta damos cuenta y sólo el tiempo nos enseña. No cabe duda que los
hijos son fuente de felicidad inimaginable, pero también de penas que no
contábamos hasta que nos suceden.
Parte
del aprendizaje de ellos –como también lo fue para nosotros en su momento- es
errar, y del error aprender, pero vivimos una época de permanente cuestionamiento
de los valores que recibimos, lo que agrega sentimientos de inseguridad y culpa.
Difícil
es verlos en la situación sin sentir temor y tristeza, quisiéramos evitar sus
golpes, nos duelen sus dolores, sin embargo sólo podemos enseñarles para que
sus expectativas e ilusiones no se conviertan en desilusiones, cuidemos
nuestros hábitos, -esos que ellos copian- y evitemos sumar nuestros miedos a los suyos.
“Los hijos nos impiden lamentarnos
del pasado; son sus mejores frutos.”
Anna Quindlen – periodista y
escritora estadounidense contemporánea
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