"Aléjame de la sabiduría que no llora, la filosofía que no ríe y la grandeza que no se inclina ante los niños.”
Khalil Gibran -
poeta, pintor, novelista y ensayista libanés ( 1883 - 1931 )
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lunes, 27 de septiembre de 2021

Botafumeiro - un símbolo, mixtura de historia, leyenda, liturgia y tradición

'Todos los mitos y todos los sueños tienen algo en común, y es que todos ellos son escritos en el mismo idioma, el lenguaje simbólico.' - Erich Fromm - psicoanalista, psicólogo social y filósofo alemán (1900-1980)

En tiempos de Jesús de Nazaretdocumentándonos en las Sagradas Escrituras, encontramos a Santiago el Mayor. Discípulo privilegiado de Jesús, nacido en Galilea, hijo del pescador Zebedeo y hermano de Juan el Evangelista, ambos llamados 'Boanerges' o 'Hijos del Trueno', al parecer por su impulsivo y enérgico carácter. 
Fué parte de los doce apóstoles y luego de la muerte de Cristo, por su mandato partió hacia la península ibérica (aprox. 33 d.C.) para evangelizar; aunque no hay pruebas o documentos que lo avalen, sólo testimonios, regresando con el tiempo a Jerusalén
Fue decapitado (44 d.C.) por orden del rey Herodes Agripa y su cuerpo recogido por sus discípulos Teodoro y Anastasio. Trasladado esa misma noche en barco desde el puerto de Jaffa navegan 7 dias y 7 noches sin timonel, guiados por la mano divina llegando a las costas de Galicia. Una vez desembarcados se cree que en la ria de Arosa en la zona conocida como Iria Flavia, luego de peripecias varias, logran llevar el cuerpo para enterrar hasta el lugar donde hoy se encuentra la Catedral de Compostela
Aunque al inicio fue venerado por los pobladores del lugar, la persecusión romana, las invasiones bárbaras (siglo V) y luego musulmanas (siglo VIII), hicieron que con el tiempo quedara olvidado. Claro, hasta que el ermitaño Pelayo descubrió 'las luces' en el lugar que dan paso a la leyenda.

No ha sido posible confirmar la veracidad de los restos conservados en el sepulcro apostólico en Compostela, pero lo importante es que ese fue el comienzo del 'Camino de Santiago'. Ese camino (en realidad 10 rutas convergiendo al final en Santiago de Compostela), centro de peregrinación equiparado a otros sitios importantes del cristianismo como Jerusalen o Roma, que desde hace siglos gente de todos los lugares del planeta y de toda condición social recorren superando obstáculos persiguiendo la iniciación donde se mezcla lo religioso, la fé, lo esotérico y la búsqueda del propio camino de vida. Un camino lleno de señales y mensajes ocultos, escondidas verdades, referencias templarias y una desvirtuada tradición jacobea devenida actualmente en experiencia de crecimiento espiritual personal. 

 


En Galicia, más precisamente en Santiago de Compostela, muchos son los mitos que lo rodean. Desde el 'campo de estrellas' o 'campo de sepulturas' cuando se refiere al origen de 'Compostela' como tal. Pasando por el río 'Lavacolla' donde (más allá de la controversia del significado etimológico del nombre), la tradición impone que los peregrinos que hacían el camino francés, al llegar a dicho lugar -sabiendo de la cercanía al lugar santo-, allí se lavaban y limpiaban sus ropas a modo de preparación indicando con ésto tambien la limpieza espiritual. O la llamada 'Cruz dos farrapos', que originalmente se encontraba próxima a la entrada norte de la Catedral, la llamada Puerta del Paraíso, lugar que se tomaba como finalización de la peregrinación y donde quienes llegaban se despojaban de sus harapientas y sucias ropas -en un ritual de higiene- quemándolas al pie de la Cruz en un pilón de granito donde quedaban reducidas a cenizas, significando además no sólo andrajos físicos sino tambien morales junto con su renuncia a la vida anterior y la renovación en una nueva vida. Esa cruz de cerca de 2 metros de altura se encuentra actualmente sobre el techo, muy cercana al crucero, luego de un incendio en el siglo XVIII, por el que debió cambiarse la puerta norte de la Catedral. 

El 'botafumeiro', en gallego, ‘bota fume’ (echa humo/dispersador de humo), -que es a lo que me quiero referir aquí-, no escapa a esa mixtura de historia, liturgia y tradición y se mantiene desde sus orígenes aproximadamente en el siglo XI. Época en que una vez el peregrino llegaba a la catedral, podía permanecer y dormir allí, algunos incluso enfermos, y la aglomeración de personas hacía que los malos olores, sudores y suciedad convirtieran el ambiente en algo desagradable, difícil de respirar. Eso dió lugar a que utilizando un incensario de los que eran habituales en las iglesias, pero llevado a un tamaño mucho mayor y mediante un sistema de poleas sostenidas en una de las cumbreras del techo, movían una maroma mediante la cual lograban esparcir el aroma del incienso sobre los peregrinos perfumando el lugar. Sin duda algo innecesario en éstos tiempos, que sin embargo se ha convertido en una suerte de ritual esperado, emocionante, provocador, en palabras del periodista español Antonio Neira de Mosquera: 'existe algo de misterioso, de simbólico y de solemne en este espectáculo religioso. El pavor descompone en nuestra imaginación sus líneas sombrías y aterradoras, y de la sorpresa pasamos al estupor, y del estupor al recogimiento, como se llega a la oración desde la desgracia, y al remordimiento desde la culpa'.

El botafumeiro actual no es el original, a través de los años ha pasado por diferentes visicitudes, desde el desgaste propio del uso hasta la confiscación durante la época de Napoleón, Mide 1 metro de altura, pesa cerca de 54 quilos aproximadamente, está realizado en latón con baño de plata y es manejado por ocho hombres, llamados ‘tiraboleiros’, que consiguen ponerlo en movimiento alcanzando altura, velocidad y un arco de 65 metros oscilando en 17 ciclos de vaivén de manera pendular, mientras derrama el incienso sobre los asistentes.

Un espectáculo fascinante, que desde la Edad Media hasta la actualidad es esperado por peregrinos y turistas sin importar credo, cita ineludible de quienes por caminos salpicados de monasterios y hermosos paisajes, a Compostela llegan, que logra emocionar, resultando atrapante e inolvidable.

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Nota: No ha sido la intención escribir un estudio pormenorizado del tema para el que nos reconocemos como entusiastas aficionados, pero no expertos, muy respetuosos del valor y profundidad que merece, y cabe destacar especialmente para quienes deseen profundizar al respecto que lleguen al blog de Alberto Solana especialmente dedicado a la Tradición Jacobea y cuyo link aparece al pie, que conocemos y hemos leído hace ya varios años atrás y en el que nos hemos apoyado.

Fuente: https://albertosolana.wordpress.com/

Video: Agnes Lee

'Honramos y celebramos nuestra complejidad y nuestra simplicidad haciendo continuamente cinco cosas. Contamos historias. Realizamos rituales. Creamos belleza. Trabajamos en comunidades. Meditamos en creencias.' - Nicholas T. Wright - erudito británico, obispo anglicano contemporáneo

domingo, 6 de diciembre de 2015

Adviento – tiempo de la esperanza cristiana

"Decid a los cobardes de corazón: 'Sed fuertes, no temáis'. Mirad a nuestro Dios que va a venir a salvarnos". - Isaías 35:4 

Adviento palabra que proviene del verbo ‘venir’, indica el tiempo litúrgico en el cual los cristianos nos preparamos para celebrar la Navidad, conmemorando  la venida del Hijo de Dios entre los hombres, tiene actualmente una duración de cuatro semanas y se extiende desde el domingo más cercano al 30 de noviembre, prolongándose  hasta la tarde del 24 de diciembre, en que comienza el tiempo de Navidad.

Un tiempo de espera alegre y confiada, de preparación para la cada vez más cercana venida del Señor y de feliz advenimiento. Adviento nos recuerda al Señor de la historia, quien se encarnó en la Virgen de Nazareth, haciéndose semejante a nosotros, que nos revela que Dios es amor obteniéndonos el maravilloso don de la reconciliación y recordándonos que somos peregrinos en ésta vida en camino hacia el Padre.



Periodo de preparación que evoca, al mismo tiempo, la larga espera mesiánica, e invade la vida del cristiano sumergiéndola en un clima de esperanza, adquiriendo una perspectiva que se traduce en una constante invitación a la expectativa vigilante porque el Señor vendrá cuando menos lo pensemos, momento de estar en vela en un clima de fidelidad, de espera, ya que sólo en él está la salvación y sólo él puede librarnos de nuestra propia miseria, por lo que la seguridad de su venida nos llena de alegría.

Momento de preparar los caminos del Señor –como Juan El Bautista invitó a hacerlo-, caminos para una espera eficaz, que estimulen el esfuerzo humano por contribuir a la construcción de un mundo mejor, sin odio, sin violencia, más justo, más pacífico, en el que los hombres vivan como hermanos y las riquezas de la tierra sean distribuidas con justicia, en una contribución esencial para que el mundo vaya madurándose y preparándose positivamente a su transformación definitiva y total.

Y la esperanza continuará hasta el final de los tiempos. Hasta entonces es preciso repetir, reiterar una y otra vez la experiencia de su venida a nivel del misterio, insistiendo en la imagen de un movimiento circular cerrado en sí mismo, donde siempre se termina en el punto que fué el punto de partida, pero sugiriendo la imagen del círculo en forma de espiral donde cada vuelta supone un mayor grado de elevación y de profundidad, donde cada año la celebración sea un acto de fé, un acontecimiento, nuevo e irrepetible.


“Todo hombre no vive más que por lo que espera.”
Giovanni Papini – escritor italiano (1881-1956)