Adviento
palabra que proviene del verbo ‘venir’, indica el tiempo litúrgico en el cual los cristianos nos
preparamos para celebrar la Navidad, conmemorando la venida del Hijo de Dios entre los hombres, tiene
actualmente una duración de cuatro semanas y se extiende desde el domingo más
cercano al 30 de noviembre, prolongándose hasta la tarde del 24 de diciembre, en que
comienza el tiempo de Navidad.
Un
tiempo de espera alegre y confiada, de preparación para la cada vez más cercana
venida del Señor y de feliz advenimiento. Adviento nos recuerda al Señor de la
historia, quien se encarnó en la Virgen de Nazareth, haciéndose semejante a
nosotros, que nos revela que Dios es amor obteniéndonos el maravilloso don de
la reconciliación y recordándonos que somos peregrinos en ésta vida en camino
hacia el Padre.
Periodo
de preparación que evoca, al mismo tiempo, la larga espera mesiánica, e invade
la vida del cristiano sumergiéndola en un clima de esperanza, adquiriendo una
perspectiva que se traduce en una constante invitación a la expectativa vigilante
porque el Señor vendrá cuando menos lo pensemos, momento de estar en vela en un
clima de fidelidad, de espera, ya que sólo en él está la salvación y sólo él
puede librarnos de nuestra propia miseria, por lo que la seguridad de su venida
nos llena de alegría.
Momento
de preparar los caminos del Señor –como Juan El Bautista invitó a hacerlo-, caminos
para una espera eficaz, que estimulen el esfuerzo humano por contribuir a la
construcción de un mundo mejor, sin odio, sin violencia, más justo, más
pacífico, en el que los hombres vivan como hermanos y las riquezas de la tierra
sean distribuidas con justicia, en una contribución esencial para que el mundo
vaya madurándose y preparándose positivamente a su transformación definitiva y
total.
Y
la esperanza continuará hasta el final de los tiempos. Hasta entonces es
preciso repetir, reiterar una y otra vez la experiencia de su venida a nivel
del misterio, insistiendo en la imagen de un movimiento circular cerrado en sí
mismo, donde siempre se termina en el punto que fué el punto de
partida, pero sugiriendo la imagen del círculo en forma de espiral donde cada
vuelta supone un mayor grado de elevación y de profundidad, donde cada año la
celebración sea un acto de fé, un acontecimiento, nuevo e irrepetible.
“Todo hombre no vive más que por lo
que espera.”
Giovanni Papini – escritor italiano (1881-1956)
Giovanni Papini – escritor italiano (1881-1956)
Un tiempo para reflexionar, cada vez más olvidado. Saludos Irene
ResponderBorrar