'Todos los mitos y todos los sueños tienen algo en común, y es que todos ellos son escritos en el mismo idioma, el lenguaje simbólico.' - Erich Fromm - psicoanalista, psicólogo social y filósofo alemán (1900-1980)
No ha sido posible confirmar la veracidad de los restos conservados en el sepulcro apostólico en Compostela, pero lo importante es que ese fue el comienzo del 'Camino de Santiago'. Ese camino (en realidad 10 rutas convergiendo al final en Santiago de Compostela), centro de peregrinación equiparado a otros sitios importantes del cristianismo como Jerusalen o Roma, que desde hace siglos gente de todos los lugares del planeta y de toda condición social recorren superando obstáculos persiguiendo la iniciación donde se mezcla lo religioso, la fé, lo esotérico y la búsqueda del propio camino de vida. Un camino lleno de señales y mensajes ocultos, escondidas verdades, referencias templarias y una desvirtuada tradición jacobea devenida actualmente en experiencia de crecimiento espiritual personal.
En Galicia, más precisamente en Santiago de Compostela, muchos son los mitos que lo rodean. Desde el 'campo de estrellas' o 'campo de sepulturas' cuando se refiere al origen de 'Compostela' como tal. Pasando por el río 'Lavacolla' donde (más allá de la controversia del significado etimológico del nombre), la tradición impone que los peregrinos que hacían el camino francés, al llegar a dicho lugar -sabiendo de la cercanía al lugar santo-, allí se lavaban y limpiaban sus ropas a modo de preparación indicando con ésto tambien la limpieza espiritual. O la llamada 'Cruz dos farrapos', que originalmente se encontraba próxima a la entrada norte de la Catedral, la llamada Puerta del Paraíso, lugar que se tomaba como finalización de la peregrinación y donde quienes llegaban se despojaban de sus harapientas y sucias ropas -en un ritual de higiene- quemándolas al pie de la Cruz en un pilón de granito donde quedaban reducidas a cenizas, significando además no sólo andrajos físicos sino tambien morales junto con su renuncia a la vida anterior y la renovación en una nueva vida. Esa cruz de cerca de 2 metros de altura se encuentra actualmente sobre el techo, muy cercana al crucero, luego de un incendio en el siglo XVIII, por el que debió cambiarse la puerta norte de la Catedral.
El 'botafumeiro', en gallego, ‘bota fume’ (echa humo/dispersador de humo), -que es a lo que me quiero referir aquí-, no escapa a esa mixtura de historia, liturgia y tradición y se mantiene desde sus orígenes aproximadamente en el siglo XI. Época en que una vez el peregrino llegaba a la catedral, podía permanecer y dormir allí, algunos incluso enfermos, y la aglomeración de personas hacía que los malos olores, sudores y suciedad convirtieran el ambiente en algo desagradable, difícil de respirar. Eso dió lugar a que utilizando un incensario de los que eran habituales en las iglesias, pero llevado a un tamaño mucho mayor y mediante un sistema de poleas sostenidas en una de las cumbreras del techo, movían una maroma mediante la cual lograban esparcir el aroma del incienso sobre los peregrinos perfumando el lugar. Sin duda algo innecesario en éstos tiempos, que sin embargo se ha convertido en una suerte de ritual esperado, emocionante, provocador, en palabras del periodista español Antonio Neira de Mosquera: 'existe algo de misterioso, de simbólico y de solemne en este espectáculo religioso. El pavor descompone en nuestra imaginación sus líneas sombrías y aterradoras, y de la sorpresa pasamos al estupor, y del estupor al recogimiento, como se llega a la oración desde la desgracia, y al remordimiento desde la culpa'.
El botafumeiro actual no es el original, a través de los años ha pasado por diferentes visicitudes, desde el desgaste propio del uso hasta la confiscación durante la época de Napoleón, Mide 1 metro de altura, pesa cerca de 54 quilos aproximadamente, está realizado en latón con baño de plata y es manejado por ocho hombres, llamados ‘tiraboleiros’, que consiguen ponerlo en movimiento alcanzando altura, velocidad y un arco de 65 metros oscilando en 17 ciclos de vaivén de manera pendular, mientras derrama el incienso sobre los asistentes.
Un espectáculo fascinante, que desde la Edad Media hasta la actualidad es esperado por peregrinos y turistas sin importar credo, cita ineludible de quienes por caminos salpicados de monasterios y hermosos paisajes, a Compostela llegan, que logra emocionar, resultando atrapante e inolvidable.
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Nota: No ha sido la intención escribir un estudio pormenorizado del tema para el que nos reconocemos como entusiastas aficionados, pero no expertos, muy respetuosos del valor y profundidad que merece, y cabe destacar especialmente para quienes deseen profundizar al respecto que lleguen al blog de Alberto Solana especialmente dedicado a la Tradición Jacobea y cuyo link aparece al pie, que conocemos y hemos leído hace ya varios años atrás y en el que nos hemos apoyado.
Fuente: https://albertosolana.wordpress.com/
Video: Agnes Lee
'Honramos y celebramos nuestra complejidad y nuestra simplicidad haciendo continuamente cinco cosas. Contamos historias. Realizamos rituales. Creamos belleza. Trabajamos en comunidades. Meditamos en creencias.' - Nicholas T. Wright - erudito británico, obispo anglicano contemporáneo
Llegar a Compostela es mucho más que la finalización de un viaje, es un sentimiento, una emoción, es sentirse inmerso en una atmósfera que traslada a través de los siglos, es verse como peregrino más allá de la religión, es participar de la historia y la leyenda. Gracias Cristina por este artículo, ... saludos Irene
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