"Aléjame de la sabiduría que no llora, la filosofía que no ríe y la grandeza que no se inclina ante los niños.”
Khalil Gibran -
poeta, pintor, novelista y ensayista libanés ( 1883 - 1931 )

viernes, 30 de septiembre de 2016

Orden o desorden - entre la necesidad compulsiva de limpiar y el caótico desorden

“El orden es el placer de la razón, pero el desorden es la delicia de la imaginación.”
Paul Claudel – escritor y diplomático francés (1868-1955)

Cada ser humano es un mundo particular y personal, cada persona tiene sus características peculiares en las que confluyen la influencia del entorno en el que ha crecido, la cultura y costumbres de su época y lugar, las enseñanzas recibidas, las circunstancias que le ha tocado vivir y sin duda los rasgos propios de su personalidad. Unas serán afectuosas, otras reservadas, algunas alegres otras tristes, unas egoístas otras conciliadoras, las habrá curiosas, creativas, emprendedoras, ansiosas, disciplinadas, cuestionadoras, obsesivas, permisivas y cada una dejará su impronta en su propios medio familiar y condicionará sus pautas y forma de vida.

En ese variado abanico de personalidades todos podemos reconocer que el ritmo de vida actual nos obliga a multiplicar nuestras actividades, a correr contra el reloj, y sin quererlo a descuidar el orden de la casa lo que muchas veces termina en una acumulación innecesaria de objetos, generalmente fuera del lugar adecuado, pero también conocemos personas que son perfeccionistas y se obsesionan por la limpieza y el orden colocándose en el extremo opuesto de las primeras exigiéndose a si mismas un esfuerzo mayor que a veces no es suficiente para sus propósitos.




Las últimas tienen una personalidad obsesiva que no les permite aceptar que algo no esté limpio y en el lugar que le corresponde, su comportamiento es repetitivo e inflexible haciendo de la disciplina y la limpieza un modo de vida rígido que a pesar de excederse en la higiene paradójicamente termina en enfermedad, que es importante reconocer, aceptar y si es necesario consultar con un terapeuta entendido.

Por el contrario aquellos que viven en el desorden no pudiendo organizar su vida ni su casa, y a pesar de entender que los desborden las actividades a que están abocados, están negándose a si mismos la oportunidad de facilitar su quehacer, de ver con mayor claridad, de disfrutar de un ambiente acogedor, con un desorden relativamente ordenado y cómodo, incorporando la idea de que el tiempo que creemos perder o no tener para ordenar o deshacernos de lo que no necesitamos se convertirá en el mejor aliado para vivir mejor.

Encontrar el equilibrio en cualquiera de los dos casos hará que nos sintamos mejor, controlar los rasgos que caracterizan nuestra personalidad condicionando un mejor estado de ánimo, haciéndonos cargo de nuestro bienestar, eliminando en lo posible los factores que nos impiden vivir plena y satisfactoriamente, haciendo para mejorar nuestra autoestima es un ejercicio en el que debemos ponernos en marcha sin más titubeos para evitar que entre la necesidad compulsiva de limpiar y el desastroso desorden quedemos sepultados en el caos.

“No puede haber orden cuando hay mucha prisa.”
Lucio Anneo Séneca – filósofo, político, orador y escritor romano (4 a.C.-65 d.C.)

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