Henry Louis
Mencken - periodista,
editor y crítico social estadounidense (1880-1956)
Así como cuando somos
niños queremos ser mayores, deslumbrados por lo que vemos hacen los adultos que
nos rodean, y cuando jóvenes impulsados
por el natural afán de ser dueños de nuestras decisiones en ese querer
sentirnos independientes, cuando llegamos al otro extremo de la vida,
sintiéndonos mayores, cuando en ocasiones los años -cronológicamente hablando-,
y el resultado de lo vivido nos hacen notar el desgaste producido por el paso de
esos años, hace difícil que nos encontremos cómodos como en la juventud
y lo aceptemos de buen grado.
Habrá quienes caerán en
la depresión de verse avejentados físicamente y les costará aceptarlo, habrá
también quienes apelando a la coquetería tratarán de evitar pensar en la edad y
jamás sabremos los años que llevan porque no lo dirán, y encontraremos las
excepciones que asumirán con alegría el momento presente aceptando con orgullo
haber llegado y sobre todo haber vivido lo que los años le han permitido con el
consiguiente bagaje de experiencia acumulada.
Muchos textos circulan
en la web sobre el tema, yo elegí el que aquí les dejo del que desconozco el
autor.
¿A
qué edad he llegado?...
Mis pensamientos
vuelan y respondo …
La edad en que se olvidan los rencores.
La edad en que se perdonan los errores.
La edad en que lo más mínimo tiene importancia y en que lo que más importa pasa y puede esperar un poco.
La edad propia para amar con las ansias guardadas.
La edad de perdonar y pedir que me perdonen.
La edad en que veo a mis hijos crecer y hacer su vida.
La edad en que las lágrimas afloran dulcemente y rápidamente por mis mejillas.
La edad en que la sonrisa brota de mis labios a la menor indicación de la dulzura.
La edad, "amigos" en que esta palabra resuena con alegría en mis oidos.
La edad en que amo, y permito que me amen.
La edad en que todo pasa y deja huella.
La edad de los recuerdos y los olvidos
La
edad en que cada segundo vale la alegríaLa edad en que se perdonan los errores.
La edad en que lo más mínimo tiene importancia y en que lo que más importa pasa y puede esperar un poco.
La edad propia para amar con las ansias guardadas.
La edad de perdonar y pedir que me perdonen.
La edad en que veo a mis hijos crecer y hacer su vida.
La edad en que las lágrimas afloran dulcemente y rápidamente por mis mejillas.
La edad en que la sonrisa brota de mis labios a la menor indicación de la dulzura.
La edad, "amigos" en que esta palabra resuena con alegría en mis oidos.
La edad en que amo, y permito que me amen.
La edad en que todo pasa y deja huella.
La edad de los recuerdos y los olvidos
La edad que nunca voy a olvidar
… …
Hombres y mujeres tal
vez con diferentes percepciones, recorren iguales etapas de la vida, y aún en
aquellas situaciones en que aparezcan enfermedades –mientras éstas no
invaliden- no deberían impedir que aceptemos el paso de los años con la
serenidad de sentirnos conformes con nosotros mismos, sin tratar de ponernos en
el lugar equivocado, que cada edad tiene sus peculiaridades.
Cada etapa –según como
decidamos transitarlas- podrán ser tristes, solitarias si nos aislamos,
absurdas si pretendemos vivir como si fuéramos jóvenes eternos o bellos
momentos si decidimos aceptar la magia de lo que nos toque vivir, la
experiencia adquirida en el camino y nuestra propia esencia serán lo que nos
mantengan dinámicos, lúcidos, alegres, con ilusiones, dispuestos a ser felices,
que para eso estamos aquí y la vida no tiene fecha de caducidad.
Disfrutemos nuestros años hasta el
final, cada etapa tendrá su encanto, habrá momentos felices y sinsabores, de nosotros
depende desde que perspectiva y con que actitud queremos vivirlos.
“Envejecer
no es juventud perdida, sino una nueva etapa de oportunidad y fuerza.”
Betty Friedan - teórica y líder del movimiento feminista
estadounidense en las décadas del 60-70 (1921-2006)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario