¿Cuántas veces sin leer un enunciado completo nos disponemos a responder al ejercicio?¿Cuántas veces nos empiezan a contar algo y sin dejar que la persona termine de hablar, nos disponemos a sacar conclusiones precipitadas?
¿Cuántas veces actuamos de forma precipitada y no pensamos que es lo verdaderamente correcto o nos dejamos llevar por el primer impulso que suele ir acompañado de nerviosismo y falta de control de la situación?
Deberíamos tener en cuenta, que lo que se hace de prisa suele salir mal o por lo menos no tan bien como podría ser y que merece la pena reflexionar para evitar situaciones incómodas, decepciones, reprimendas o discusiones absurdas.
¿Cuántas discusiones se producen por falta de paciencia y espera? Por no recapacitar, por no reflexionar, por no escuchar atentamente ya que estamos pensando en lo siguiente y debería tomarse en serio aquello de la espera, la paciencia y la reflexión antes de actuar.
La paciencia no es pasividad ante el sufrimiento, no reaccionar o un simple aguantarse: es fortaleza para aceptar con serenidad el dolor y las pruebas que la vida pone a nuestra disposición para el continuo progreso interno.
Las prisas nos impiden disfrutar del presente, disfrutar de cada instante sólo es posible con unas dosis de paciencia, virtud que podemos desarrollar y que nos permitirá vivir sin prisas. La paciencia nos permite ver con claridad el origen de los problemas y la mejor manera de solucionarlos.
La paciencia es la virtud por la que soportamos con ánimo sereno los males y los avatares de la vida, no sea que por perder la serenidad del alma abandonemos bienes que nos han de llevar a conseguir otros mayores.
La paciencia es un rasgo de personalidad madura. Esto hace que las personas que tienen paciencia sepan esperar con calma a que las cosas sucedan ya que piensan que a las cosas que no dependen estrictamente de uno hay que darles tiempo.
La persona paciente tiende a desarrollar una sensibilidad que le va a permitir identificar los problemas, contrariedades, alegrías, triunfos y fracasos del día a día y, por medio de ella, afrontar la vida de una manera optimista, tranquila y siempre en busca de armonía.
Es necesario tener paciencia con todo el mundo, pero, en primer lugar, con uno mismo. Paciencia también con quienes nos relacionamos más a menudo, sobre todo si, por cualquier motivo, hemos de ayudarles.
El discernimiento y la reflexión nos ayudarán a ser pacientes
Paciencia con aquellos acontecimientos que llegan y que nos son contrarios: la enfermedad, la pobreza, los diversos infortunios aún menores que se presentan en un día corriente: el teléfono que no funciona, el excesivo trafico que nos hace llegar tarde a una cita importante, el olvido del material del trabajo, una visita que se presenta en el momento más inoportuno.
En esos pequeños sucesos se ha de poner la paciencia.
La vida esta llena de dificultades, algunas más penosas que otras. Parecería que hay una infinidad de pruebas para todos. El problema es que muchas veces esperamos soluciones instantáneas para las dificultades, olvidando que frecuentemente es necesario que pongamos en practica la virtud de la paciencia.
Sería imposible contar las innumerables personas que viven en soledad, los ancianos,los desamparados, aquellos que se sienten abandonados en el camino, mientras la caravana de la vida avanza inexorable y desaparece de la vista de los que se han quedado solos con sus pensamientos e interrogantes. La paciencia puede ser una compañera invalorable en esos tiempos de aflicción.
Recordar a Jesús, que cargó los dolores del mundo, pero que, al pasar con su paso silencioso al lado de un hombre que era ciego de nacimiento, le restauró la vista; se acercó a una dolorida viuda y levanto a su hijo de entre los muertos; subió penosamente la empinada cuesta del Calvario, cargando su propia cruz inhumana, sin prestar atención a las constantes burlas e injurias que le acompañaban en cada paso, porque El tenía que cumplir Su destino divino, es claro ejemplo de paciencia.
¿Por qué es tan difícil ser paciente con algunas situaciones? ¿Es el orgullo o la soberbia lo que sepulta la paciencia? ¿O es el excesivo afán por alcanzar y conseguir cosas lo que desestabiliza, perturba e impacienta?
Estamos condicionados y programados para dar respuestas inmediatas. Nos molestamos cuando algo no funciona como queremos. No nos gusta esperar, nos impacientamos con facilidad y debido a esta impaciencia perdemos todo lo bueno de la vida. Nos enojamos y nos llenamos de resentimiento hasta que, finalmente, nos sentimos insatisfechos y descontentos con la vida.
La paciencia no tiene mucha cabida en este vertiginoso actual mundo materialista. “A quien madruga Dios le ayuda”; “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Estos sabios refranes antiguos se malinterpretaron totalmente, para dar a entender a la gente que no debe esperar innecesariamente y que hay que lograr que las cosas sucedan al ritmo del progreso.
Pero perder la paciencia también es perder la capacidad de control, como la de ser tolerante, de adaptarse, de cooperar y de discernir.
Un buen ejemplo tenemos en algunas variedades de bambú, cuyas características más sobresalientes son el lento y constante crecimiento así como su flexibilidad y fortaleza.
Paciencia es encarar un retraso o una situación problemática sin quejarse. Es estar en calma y ser tolerante cuando las cosas difíciles pasan. Es mirar hacia el final ...desde el comienzo.
"Solamente aquellos que tengan la paciencia de hacer a la perfección lo trivial, podrán adquirir el hábito de ejecutar lo difícil con facilidad" - Friedrich von Schiller, poeta y dramaturgo alemán (1759-1805)
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http://www.eligelacalma.org/paciencia/128-paciencia/184-ies-la-paciencia-una-virtud-o-un-inconveniente.html
http://forever.lacoctelera.net/post/2007/10/22/la-virtud-estaa-muchas-veces-la-espera-y-paciencia
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