"Aléjame de la sabiduría que no llora, la filosofía que no ríe y la grandeza que no se inclina ante los niños.”
Khalil Gibran -
poeta, pintor, novelista y ensayista libanés ( 1883 - 1931 )

miércoles, 1 de marzo de 2017

Halago o adulación - desde el afecto, sin dobles intenciones

"La adulación es una moneda falsa, que tiene curso gracias sólo a nuestra vanidad.."
François de la Rochefoucould - escritor francés (1613-1680)

El ser humano necesita ser reconocido y valorado, aún aquellas personas humildes, de bajo perfil en su vida de relacionamiento, todos en mayor o menor grado tenemos ese despunte del ego, que hace que nos sintamos felices cuando nos halagan, para unos se convierte en absoluto, casi diría imprescindible, otros sólo en la medida de la alegría que produce sentir la calidez de quienes nos rodean, y eso es así desde que tenemos uso de razón cuando siendo niños queremos que nos atiendan y mimen.

Si  bien es cierto que en éste mundo competitivo y por la propia naturaleza egoísta que nos impulsa a destacarnos de alguna manera, surge el querer ser valorados, todos buscamos aún sin pensarlo el halago que nos gratifica, y no existe nada que hiera más que la indiferencia de quienes nos rodean, el halago que sostiene ese prestigio que buscamos y que eleva nuestra propia autoestima.




La sensación de sentirnos distinguidos de los demás –aunque no debiera ser así-, hace que nos reconozcamos más completos y satisfechos, y ¿a quien no le ha sucedido?, hasta toca en algo nuestra vanidad, y justo allí es donde debemos encontrar el equilibrio que haga que ese deseo de recibir el halago no termine convirtiéndose en una necesidad adictiva que nos vuelva dependientes.

Cada uno de nosotros conoce sus cualidades y defectos, todos en algún momento esperamos ese estímulo de una palabra que nos aliente o felicite, sin embargo nadie mejor que nosotros mismos para reconocer y valorar lo que hacemos, nuestras actitudes y el desenvolvimiento frente a las circunstancias que la vida presente, sin esperarlo de otros.

Claro que dependiendo de que lado de la situación estamos, todos sabemos que entre el halago y la adulación existe un fino hilo que a veces se pierde de vista cayendo en los extremos de quien lo recibe distorsionando su propia visión de si mismo creando una falsa imagen que lo muestra superior y de quien lo otorga porque espera en ello encontrar réditos en beneficio propio alabando lo que no existe, alimentando el ego ajeno.


Volvamos a lo simple, sólo seamos, los halagos han de ser un mimo dado y aceptado naturalmente, libre de especulaciones, de manera sana, limpia, espontánea, sin dobles intenciones, desde el afecto y el reconocimiento genuino, evitemos caer en la seducción que la adulación produce.

imagen: Leo Patzelt/Pixelnase vía Pinterest

"Lo que verdaderamente halaga a un hombre es que se crea que merece la pena halagarle."
George Bernard Shaw - escritor irlandés, Nobel de Literatura 1925,Oscar en 1938 (1856-1950)


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