“Una palabra bien elegida puede economizar no sólo cien palabras sino cien
pensamientos.”
Henri Poincaré – matemático francés (1854-1912)
Hay dos palabras de uso común en nuestro idioma, a las que no prestamos
demasiada atención, que no destacan por sonoridad a las que no damos importancia, las
utilizamos cuando conversamos con otras personas, también cuando hablamos con
nosotros mismos. que sin embargo pueden llegar a condicionar nuestra vida, reforzando
una vez más el concepto de que las palabras tienen fuerza y poder, ellas son ‘pero’ y ‘ojalá’.
Desde el punto de vista de la
lengua, del latín recibimos el ‘pero’, es una conjunción que sirve de nexo entre
palabras para confrontar un concepto o ampliarlo, si lo usamos como sustantivo
es sinónimo de objeción o defecto; ‘ojalá‘ que nos llega desde su origen en la
lengua árabe, por su parte es un adverbio utilizado generalmente a modo de
interjección para expresar un deseo profundo de que algo suceda, pero que implícitamente
está en un modo condicional, de modo que podría concretarse o no.
Muchas veces somos capaces de
entusiasmarnos con ideas, somos capaces de hacer proyectos, somos capaces de
involucrarnos y sin embargo llegamos a un punto en que por algún motivo
encontramos algo que nos detiene, ese ‘pero’, que nos roba el entusiasmo, al
que no encontramos salida, que nos frena hechando por tierra cualquier sueño.
Así lo dice el escritor argentino EduardoSacheri, “El ‘pero' es la palabra más puta
que conozco. ¿Te quiero, 'pero', …’; ‘podría ser ‘pero', …’; ‘no es grave, 'pero', …’.
¿Se da cuenta?. Una palabra de mierda que sirve para dinamitar lo que era, o lo
que podría haber sido, pero no es.”
Asimismo tantas veces deseamos
profundamente algo para alguien más o para nosotros mismos y lo manifestamos
con ese ‘ojalá’, expresando lo que deseamos que hubiera sucedido en el pasado o
de una manera hipotética para el futuro, por lo que toda la fuerza que podemos
poner en el deseo se diluye en sólo una expresión del mismo deseo, que escapa a lo que podemos hacer por nuestra sola
voluntad, decisión o empeño.
O como dice el escritor John Grishan,
“Es asombroso como crecen las mentiras.
Uno empieza con una pequeña mentira que parece fácil de ocultar, pero de pronto
se encuentra acorralado y cuenta otra. Luego otra. Al principio la gente le
cree a uno, reacciona de acuerdo con las mentiras, y a uno se le ocurre que 'ojalá' hubiera contado la verdad.”
Podríamos pensar que son sólo formas
de decir, expresiones idiomáticas, sin embargo son mucho más que eso, sin
darnos cuenta nos condicionan, en un caso cercena nuestras posibilidades
poniendo inconvenientes, levantando vallas, en el segundo nos da una idea falsa
de lo que queremos pero sin involucramiento real de clase alguna, lo que nos
conduce a un deseo pasivo que espera ver llegar un resultado sólo confiando.
Tal vez para reflexionar y pensar
antes de hablar.
“Las palabras son como monedas, que
una vale por muchas, como muchas no
valen por una.”
Francisco de Quevedo – escritor español (1580- 1645)
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