"Aléjame de la sabiduría que no llora, la filosofía que no ríe y la grandeza que no se inclina ante los niños.”
Khalil Gibran -
poeta, pintor, novelista y ensayista libanés ( 1883 - 1931 )

viernes, 17 de febrero de 2017

Los afectos que se van ... - una llamada a la reflexión

“Necesitamos la vida entera para aprender a vivir, y tambien -cosa sorprendente-, para aprender a morir."
Séneca – filósofo latino (2-65 a.C.)

Nacer y morir son actos cotidianos a los que prestamos atención cuando de cerca nos tocan. Hay momentos en que nos alegran nacimientos esperados y otros en que la vida nos enfrenta a la pérdida de seres queridos, para éstos últimos no hay momento oportuno, y cuando tenemos más edad es mayor la frecuencia en que tales circunstancias se repiten, y es ahí, que cuando esto sucede, la tristeza nos vapulea, nos sentimos vulnerables, y nos planteamos cuan cerca estamos de ese inevitable final, podremos hacer todo lo que aún ansiamos?, la vida nos dará permiso.un tiempo más?.

Unas veces se trata de amigos con quienes hemos compartido años de actividad, o familiares cercanos o vecinos que conocemos de toda la vida, en algunos casos personas mayores que nosotros, en otros de nuestra misma edad con vivencias comunes, algunos incluso mucho menores que nosotros, a quienes hemos conocido niños y visto crecer, y la constante se repite, con un único punto en común, nosotros, cada vez nos sentimos más solos, despojados de esos afectos que nos han acompañado y ya no estarán.




Y aparecen los miedos, no el miedo a la muerte en si misma, sino el miedo al probable sufrimiento y dolor que ella pueda implicar, el miedo a quedarnos solos si nos toca ver la partida de los que nos rodean y nos acompañan en la mayor cercanía, o la preocupación de ser nosotros quienes nos vamos, sabiendo que algunos aún necesitan de nosotros  y no queremos dejarlos desprotegidos, aún sabiendo que la vida misma hará para que encuentren soluciones y nuevos caminos para seguir.

La muerte es un tema que tratamos de evitar, que siendo jóvenes no consideramos, que vemos lejano y ajeno, pero que siendo mayores, aún teniendo un ánimo jovial, un talante alegre, un modo de ver positivo, abierto a lo nuevo, a los cambios, con muchas ganas de hacer y seguir haciendo, sentimos que nos interpela, nos llama a la reflexión, mueve nuestros cimientos y nos hace sentir la fragilidad de la vida  que se va yendo a trocitos, a pesar de la fortaleza y voluntad que le queramos aportar.

Claro que no depende de nosotros, cuando la muerte nos toque así será, y habrá frases que tratarán de justificar el hecho señalando que todos allí vamos y que quienes se van sólo se nos han adelantado, lo cierto es que mientras tanto sólo podemos mantener el recuerdo de momentos festivos, anécdotas felices y circunstancias risueñas de aquellos que ya no están y honrar su memoria viviendo, haciendo sin postergar, intentando –aunque a veces cueste-, ser felices hasta el final.

En mi recuerdo de un breve y cercano tiempo: Maria Teresa (Mima); José (Pepe); Roberto; Hilda; Jorge (el Gordo); Daniel; Aída. 

“Como un mar, alrededor de la soleada isla de la vida, la muerte canta noche y dia su canción sin fin.”
Rabindranath Tagore – filósofo y escritor indio (1861-1941)

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