“La luna gira en el cielo/ sobre las tierras sin agua/ mientras el verano
siembra/ rumores de tigre y llama.”
Federico García Lorca – poeta, dramaturgo y prosista español (1898-1936)
Vamos llegando al comienzo de un
nuevo solsticio de verano, que está ahí, al alcance de la mano, el calor se empieza a
sentir, los días son luminosos, comenzamos a preparar las vacaciones, contar con la
promesa de días de playa y hermosos atardeceres es el más ansiado proyecto y
nos instalamos en una suerte de alegría que no responde a motivos especiales,
el sólo hecho de ver sucederse los días de sol ya son suficiente motivo y
antidepresivo seguro, sin detenernos a pensar que las ansiadas vacaciones sólo
durarán unos 20 días y luego deberíamos encontrar la fórmula para que salvo los
sábados y domingos, en que somos dueños de nosotros y nuestro tiempo, el calor,
sus incomodidades y los insectos nos perdonen la vida.
Ese mismo sol tan necesario para la
vida, ya que sin su luz y calor no podríamos vivir, en exceso es perjudicial y
no todos los que pisan este planeta tienen las comodidades y privilegios que
nos permitan soportar en condiciones adecuadas los riesgos que significa hacerlo
sin protección, sin embargo insistimos en seguir sintiéndonos felices por la
llegada del bendito verano.
Y así sin otras motivos, -aunque sabemos que existen explicaciones científicas-, insistimos en que es nuestra estación favorita, aunque el disfrute tenga sus
bemoles, aunque no podamos estar cerca de la costa durante los 3 meses que
marca el calendario, aunque transpiremos y tengamos que entretener a los niños,
a todo estamos dispuestos a cambio de alivianar las ropas, poder ponernos las sandalias, darnos algunos
baño de mar, saborear ricos helados, compartir charlas con amigos al aire
libre, y sentimos que a pesar del reloj, la vida nos brinda mucho más que en
otros momento del año y nos sentimos plenos y libres.
Claro que toda regla tiene sus
excepciones y hay quienes prefieren el frío, yo adhiero a quienes sienten que
el verano les hace revivir, el ánimo está alegre y aún reconociendo
los inconvenientes que puedan existir estamos dispuestos a aceptarlos de buen
grado por el sólo hecho de contemplar lo que la naturaleza en su exhuberante belleza
nos ofrece, y ese tan esperado e idílico verano que muchas veces no se condice con la realidad, será el que soñamos en el resto
del año, que nos parecerá mucho más breve que las demás estaciones y que una
vez concluido volveremos a esperar durante los próximos 365 dias siguientes.
“El verano es como la belleza, demasiado efímero.”
Francis Bacon – filósofo británico (1561-1626)
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