" Son nuestros amigos los que nos enseñan nuestras faltas, no los que nos adulan."
Pitágoras - filósofo y matemático griego (570-495 a.C.)
Pitágoras - filósofo y matemático griego (570-495 a.C.)
Se es honesto, virtuoso, vicioso o infame, en el
contexto de tiempo y espacio. donde la "moral" que rige la
conducta humana responde a lineamientos que se transforman de acuerdo a la
evolución social. En cada época y lugar existe un criterio medio que
determina como buenos o malos, permitidos o inadmisibles, honestos o
delictivos, los actos individuales que pueden beneficiar o perjudicar la vida
colectiva y de acuerdo a eso en cada momento histórico ese criterio es
variable.
Los delincuentes son individuos incapaces de adaptar su conducta a
la moralidad, pautas y leyes de la sociedad en que viven. Hay quienes no son
delincuentes pero son incapaces de mantenerse honestos, pobres de espíritu, de
carácter influenciable y escasa voluntad, no saben poner límites firmes a los
factores ocasionales, a las sugestiones del medio, a la tentación de lo fácil,
al contagio imitativo, permitiendo -sin corregirlo-, el error ajeno cuando éste le beneficia, cayendo en la mentira egoísta según las circunstancias.
Desafortunadamente, ser deshonesto con los demás y con nosotros
mismos es -a veces-, más fácil que decir la verdad, caemos allí sin darnos
cuenta, en ocasiones porque las mentiras, exageraciones, medias verdades
adornadas hacen que nos veamos mejor intentamos parecer superiores,
mejores de lo que somos en realidad, tapar una verdad incómoda, buscando así
impresionar a quienes nos rodean para que nos respeten sin darnos cuenta que
entramos en un círculo vicioso donde se acaba faltando el respeto a los demás e
iniciando una cadena de mentira y vergüenza difícil de romper.
Quien no ha mentido alguna vez?, todos en algún momento lo hemos hecho o lo hacemos, -por evitar una discusión, para evitar a otro o a nosotros mismos un mal momento, para no herir sentimientos o para vernos mejor-, un recurso en el que caemos a veces, sin casi pensarlo. La mentira en si misma no es delito, mientras no transgreda el
límite de conductas prohibidas, pero afecta la credibilidad de quien la
utiliza, y aquí llegamos al punto en que según sea el tenor de la mentira, la posición que ocupe en la
sociedad el mentiroso, y la relación que le vincule con quienes le rodean hará
que -al conocerse- sea juzgado de manera más severa o más benevolente, pero aunque pase el tiempo la desconfianza persistirá.
Sólo reconocer el error en que se ha incurrido puede resolver la
situación, aceptar la realidad, aunque resulte bochornoso hacerlo, permitirá
salir del problema alejando la vergüenza, sintiendo la satisfacción por una
actitud responsable, asumiendo ser lo que ciertamente se es, allí estará la mejor y genuina
recompensa, que es recuperar la dignidad.
imagen: Yuval Yairi
"Tal vez puedas adornarte con las plumas de
otro, pero no puedes volar con ellas.” – Anónimo
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