“Si no
quieres ser desgraciado trata a las catástrofes como a molestias, pero de ninguna manera a las molestias como a catástrofes.”
André
Maurois - seudónimo de Émile Herzog, novelista y ensayista francés (1885-1967)
No es necesario decir
que la palabra longanimidad, de tan olvidada, relegada en nuestro vocabulario, para
muchos resulta nueva, tal es así que nunca antes la han escuchado. Pero en
realidad es una palabra tan antigua, que la podemos encontrar desde los tiempos
bíblicos.
Según
la Real Academia de la Lengua Española “Longanimidad” significa:
1.-Grandeza y constancia de ánimo en las adversidades; 2.-Benignidad, clemencia, generosidad.
Es
necesario enfrentar las adversidades, o las dominamos o ellas nos dominan
a nosotros y para ello hace falta espíritu, presencia de ánimo, fortaleza, esa capacidad
imprescindible del ser humano para remontar las adversidades, sin rendirse en el intento, porque es
inevitable que haya problemas en la vida y mantener el buen ánimo sin decaer en
los malos momentos ayuda a superar las dificultades, así como pensar en situaciones
terribles que viven otras personas ayuda a relativizar las nuestras.
Longanimidad es “larga tardanza para enojarse; paciencia, resistencia, comprensión”, y
tal vez en eso radica la diferencia con resiliencia, pues la longanimidad es la
virtud que anima a quienes son además benévolos y pacientes con las dificultades ajenas a pesar de lo molestos y
quejosos que pueden llegar a ser, ayudando y hasta convirtiéndose en
ejemplo motivador.
Nace
del amor, que sin duda es el motor que empuja, estimula el perdón frente a situaciones complejas y resiste ante los obstáculos, -aunque parezcan insalvables-, impidiendo que nos rindamos, evitando sentirnos desesperados. Es saber vivir aprovechando lo
bueno y también lo malo que la vida nos presenta, entendiendo que lo bueno y lo malo
son valores relativos porque todo es importante y nada también lo es.
Tal vez el más claro ejemplo de longanimidad es el de los norteamericanos Rick y Dick Hoyt un chico con discapacidad desde el nacimiento y la decisión de su padre de no dejarse vencer participando con él en competencias de atletismo por más de treinta años.
Si
pensamos que en éstos tiempos prevalecen la intolerancia, la impaciencia, el
rencor y la ira, todas emociones que nos
ganan sin darnos cuenta, debemos entender cuan necesario es trabajar nuestro carácter,
temperamento y forma de actuar. Respiremos hondo, pensemos antes de actuar o
decir algo de lo que luego debamos arrepentirnos, el primer paso hacia la
longanimidad es conseguir moderarnos, enfrentando la adversidad con decisión, sin resignaciones, para hacer de ésta una sociedad mejor.
“Lo único decisivo
es ser lo que somos porque nuestra realidad, como toda realidad, siempre tiene algo de bueno.”
José Ortega
y Gasset - filósofo y ensayista español (1883-1955)
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