‘Y efectivamente, incluso la espera terminará … si sólo puedes esperar lo suficiente’. - William Faulkner - novelista, narrador y poeta estadounidense, Nobel de literatura en 1949, (1897-1962)
Aprender a esperar, en tiempos donde la vida impone un ritmo que nos obliga al vértigo, se convierte en un difícil aprendizaje y no siempre logramos el equilibrio deseado. Pero además la espera, -cuando es por razones ajenas a nuestra voluntad-, lleva agregado el componente de incertidumbre y la consiguiente sensación de que no somos dueños de nosotros mismos y dependemos de la voluntad de alguien o de circunstancias que desconocemos, aportando un desagradable sentimiento de inseguridad y ansiedad.
Una frase del director de cine turco Ferzan Özpetek dice: “A veces, al destino le gusta mantenernos alerta, como un amante distraído . Pero esperar puede ser incluso más dulce que reunirse: solo necesita aprender a alimentar sus esperanzas. ".
Esperar implica manejar la paciencia y perseverar, y para ello debemos buscar recursos que nos faciliten y aquí es donde hay que saber y aceptar que cada cosa tiene sus tiempos, que nuestra ansiedad, disgusto, angustia o mal humor no acelerarán los procesos y que en lugar de pensar en el futuro que es incierto lo que debemos hacer es centrarnos en el presente y ocuparnos con actividades que nos distraigan, gratifiquen y alivien el estrés.
Vivimos en la sociedad de la inmediatez, la impaciencia es lo cotidiano, poder aceptar que no todo lo que pretendemos hacer está en nuestras manos es el primer paso y tal vez el mayor recurso a nuestro favor es tener esperanza que nos sostenga, el convencimiento de que vamos a lograr nuestros objetivos, que lo que debemos es acompañar los tiempos, y las oportunidades aparecerán, mientras disfrutamos de seguir viviendo.
‘Esperar no es perder. Es una estrategia para ir en busca de cosas mejores’. - Ifeanyi Enoch Onuoha – educador, maestro inspiracional, escritor nigeriano contemporáneo
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