Aristoteles
– filósofo griega (384-322 a.C)
El hombre posee cualidades que hacen a
su dimensión individual y esas características marcan su personalidad, sin
embargo el ser humano necesita vivir en sociedad para desarrollarse, -y aunque
es tema de discusión-, socializar es su propia naturaleza, comunicarse,
interactuar y convivir es una necesidad para sentirse protegido, pudiendo así
satisfacer sus necesidades tanto físicas como espirituales.
Tendemos a agruparnos y coexistir para crecer
y desarrollarnos y para ello nos rodeamos de la familia como primer núcleo de
la sociedad pero aún eso no nos resulta suficiente y construímos y ampliamos
nuestros círculos para interactuar en un entramado mayor. Por eso no podemos
aceptar el aislamiento y la soledad sin sentirnos mal.
Los tiempos actuales en una sociedad tan
conectada por redes sociales y medios tecnológicos, han llevado a que -a pesar
de vivir en sociedad- nos veamos en soledad, unas veces impuesta por las
circunstancias y otras veces elegida y hay que aprender a vivirla sin caer en
la ansiedad o el estrés. La soledad puede permitirnos conectar con nosotros
mismos y nuestro mundo interior enriqueciéndonos, pero el encuentro humano
cercano y los afectos son indispensables.
La situación en éste 2020, como reflejo
de la pandemia por la expansión del virus Covit-19 de manera global nos ha
puesto frente a algo peor que la soledad y es el aislamiento forzado como forma de evitar contagios y éste
aislamiento es el que se está convirtiendo en un problema real que de
prolongarse en el tiempo y ante la incertidumbre de un horizonte no avizorado
que genera miedos, inseguridades y angustia, termina acarreando depresiones y
enfermedades asociadas.
Es una realidad que la pérfida de
hábitos y cambios en el ritmo de vida, las conductas restrictivas, el encierro,
la falta de contacto físico, si bien son encarados como una forma de ser
responsables de la salud propia y la de terceros, un forma de solidaridad, son
al mismo tiempo -junto a la crisis económica que ello implica-, un factor
desencadenante de problemas con la salud mental.
Tratar de conservar la salud biológica y
tambien la salud mental como un todo, es tal vez el gran desafío a enfrentar,
en un mundo de cambios inesperados debemos pensar que éstos malos tiempos tendrán
un final, no sabemos cuánto tiempo llevará encontrar la luz al final del túnel,
cuanto esfuerzo implicará el levantarse cuando ese momento llegue y recuperarse
el día después.
Sin dudarlo ese momento llegará, enterraremos
los sinsabores, las tristezas, y volverán los abrazos y la cercanía, podremos
dar un beso sin sentir temor, compartir una charla o un café con la alegría del
reencuentro y toda la fuerza para volver a comenzar, aunque tal vez deberemos mantener cuidados, precauciones e incorporarlos como parte de una nueva manera de vivir lo cotidiano.
Mientras tanto apelemos a la creatividad, la paciencia, miremos hacia adentro y nos sorprenderemos de cuanto podemos encontrar, como dijo alguna vez Eduardo Galeano ‘Ojalá podamos tener el
coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos … ' y así será.
“La soledad se admira y desea cuando no
se sufre, pero la necesidad humana de compartir cosas es evidente.”
Carmen Martin Gaite – escritora española
premio Principe de Asturias 1988 (1925-2000)
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