"Aléjame de la sabiduría que no llora, la filosofía que no ríe y la grandeza que no se inclina ante los niños.”
Khalil Gibran -
poeta, pintor, novelista y ensayista libanés ( 1883 - 1931 )

viernes, 27 de mayo de 2022

Insulto inmerecido - una provocación que no debe agraviarnos ni convertirnos en lo que no somos

‘El maestro abre la puerta pero el alumno debe cruzarla por si mismo.’ – proverbio

El insulto y la provocación es una forma agresiva y grosera de manifestarse, una manera violenta de expresar sentimientos de ira hacia alguien más a quien ubicamos como objetivo, situación que puede resultar en sólo una manera de desahogar tensiones, pero tambien puede convertirse en el inicio de eventos mas graves.

Por otra parte quien está colocado en el lado opuesto puede estar preparado para recibir y aceptar sin sentirse agraviado, los insultos que por diferentes circunstancias en ocasiones recibe, la mayor parte de esas veces, viendo avasallado su orgullo, sintiendo que no cometió error alguno y no lo merece?.

Los cuentos zen y los proverbios zen están llenos de sabiduría, ayudando a comprender las situaciones cotidianas con claridad y armonía, por lo que quiero compartir aquí un breve relato, que se llama ‘De quien es el regalo?’ 


Cerca de Tokio vivía un gran samurai, ya anciano, que se dedicaba a enseñar el budismo zen a los jóvenes.

A pesar de su edad, corría la leyenda de que era capaz de vencer a cualquier adversario.

Cierto día un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos pasó por la casa del viejo. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba que el adversario hiciera su primer movimiento, y, gracias a su inteligencia privilegiada para captar los errores, contraatacaba con velocidad fulminante.

El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una batalla.

Conociendo la reputación del viejo samurai, estaba allí para derrotarlo y aumentar aún más su fama.

Los estudiantes de zen que se encontraban presentes se manifestaron contra la idea, pero el anciano aceptó el desafío.



Entonces fueron todos a la plaza de la ciudad, donde el joven empezó a provocar al viejo:

Arrojó algunas piedras en su dirección, lo escupió en la cara y le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus ancestros.

Durante varias horas hizo todo lo posible para sacarlo de sus casillas, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, ya exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró de la plaza.

Decepcionados por el hecho de que su maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:

-¿Cómo ha podido soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usó su espada, aun sabiendo que podría perder la lucha, en vez de mostrarse como un cobarde ante todos nosotros? 

El viejo samurai repuso:

-Si alguien se acerca a ti con un regalo y no lo aceptas, ¿a quién le pertenece el regalo?

-Por supuesto, a quien intentó entregarlo -respondió uno de los discípulos.

-Pues lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos añadió el maestro-. Cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.

... ...

No podemos cambiar la actitud de los demás, todas las expresiones las encontramos en lo cotidiano de la vida, alcanza ver lo que sucede en los ambientes deportivos entre rivales enfrentados, en el tránsito entre conductores y peatones cuando se siente perjudicados, en los empleados de cualquier oficina y quien pretende realizar algún trámite y cree que no está bien atendido, y tantos otros ejemplos donde se sale de contexto para incurrir en actitudes prejuiciosas y hostiles que son innecesarias. 

Es difícil en momentos de agravio evitar responder de la misma forma, pero hay que intentarlo, podemos elegir no entrar en el juego, no caer en la provocación. La paz interior depende exclusivamente de nosotros mismos. Las personas no pueden quitarnos la calma sólo que lo permitamos. Nadie ha dicho que sea sencillo alejarse de la actitud general cuando entran en juego tambien nuestras propias circunstancias por lo que el estado de ánimo a veces no es el mejor, cuando nos sentimos descalificados y humillados, pero no debemos permitir que la agresividad y mala actitud de algunos nos perjudique y mucho menos aún, nos convierta en lo que no somos.

'Quien me insulta siempre, no me ofende jamás.' - Victor Hugo - poeta, dramaturgo y novelista francés (1802-1885)

1 comentario:

  1. La sabiduría zen, realmente una maravilla para explicar conceptos con claridad. Gracias, saludos Irene.

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