"La persona que piensa que su vida es el resultado de condiciones externas, suele ser víctima de ellas. No obstante, cuando crea conciencia del poder creativo que reside dentro de ella, y entiende que es allí donde se encuentran tanto las semillas, como la tierra que da fruto a tales circunstancias, sólo entonces se convierte en la dueña y señora de sus pensamientos.” – James Allen - escritor y filósofo británico (1864-1912)
Estamos en las primeras horas de un
nuevo año, y se impone hacer algunas reflexiones, máxime cuando venimos de un
año atípico, donde hemos transitado desde hace ya muchos meses los efectos de
una pandemia –la Covit-19-, que se reflejan en el aspecto sanitario, económico,
social, que nos han obligado a cambiar las pautas de conducta, al
distanciamiento social, influyendo en las relaciones y los vínculos enfrentándonos
a nuestros miedos, haciendo de la soledad el compañero más frecuente.
Ante tales circunstancias recuerdo un
pequeño fragmento de la escritora argentina Poldy Bird, que tal vez refleja como muchos
nos sentimos ante el tiempo que nos ha tocado vivir en el que no existe la
posibilidad de elegir y como desearíamos poder escapar a tales circunstancias:
‘Yo
quisiera quedarme en ese mundo apretado en las paredes celestes de la infancia,
arrebujada en un aire que se disuelve con el calor del verano, porque, no sé
porqué, en la infancia siempre es verano, siempre hay un velerito de papel y
palitos navegando en un charco de ámbar, siempre hay un bollo plateado de papel
de chocolate en el fondo de un bolsillo.
Yo quisiera caminar por los senderos ciudados por ángeles guardianes, segura y preocupada solamente por el horario de la sopa de las muñecas, inventando nombres para llamar a las luciérnagas, buscando las pilas que encienden a los bichos de luz, durmiendo con un sueño de acompasada respiración y manos apoyadas en las sábanas sin crispación, como flores.
Allí
es donde uno tiene la defensa más limpia y más cierta:
la de la ingenuidad, la
de la fe. Creer, creer en todo el mundo, abrir la pena como un pan caliente y
mostrar su humeante interior; abrir la risa como un durazno maduro y entregar
el carozo, o la pulpa o el zumo, creyendo que a los demás nuestra alegría les
gusta, que los demás se ponen contentos con nuestro triunfo, con nuestra
felicidad.’ …
Pero eludir las responsabilidades es
imposible, sentir que la libertad de decidir se nos ha cohartado y que como
niños nos sentimos, no cambia el hecho de tener que seguir caminando y viviendo
acostumbrándonos a una nueva realidad que se impone.
Tal vez en el comienzo de un nuevo año
más que desear que éste sea feliz y nos acerque aquello que mas queramos, deberíamos
desear que todos tengamos el coraje para enfrentar las dificultades, la
valentía de aceptar los cambios y adaptarnos a ellos, la fortaleza para
mantenernos en la lucha cotidiana y la capacidad para poder aprender de los
errores, y todo eso sin disminuir los sentimientos y las emociones que nos hagan
sentir que estamos vivos y que siempre vale la pena pelear por los sueños.
Entonces con los mejores deseos de que sean valientes, capaces, fuertes, abramos las puertas al 2021, hagamos proyectos, sin importar los desafíos que éste nos imponga, aunque el mundo se muestre hostil y gris nosotros le pondremos color y podremos enfrentarlo sin por eso dejar de Vivir!!
imagen: Konstantin Dimopoulos
"Hay un tiempo en el que es preciso abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo, y olvidar nuestros caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares. Es el tiempo de la travesía: y si no osamos hacerla, quedaremos, para siempre, al margen de nosotros mismos." - Fernando Pessoa - escritor portugués (1888-1935)
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