‘Hay en mí una obstinación que me impide doblegarme ante la voluntad de los demás. Mi valor aumenta cuando tratan de intimidarme.’ / de Orgullo y Prejuicio - Jane Austen - novelista británica (1775-1875)
Cuando nos fijamos objetivos debemos sortear
obstáculos en nuestro recorrido que dificultarán que los alcancemos, e
intentando no decaer y en ese afán de continuar apelamos a la tenacidad, entendiendo
que sin esfuerzo no llegaremos.
Ejemplos de esto es común verlos en
deportistas, gimnastas, bailarines, quienes en su deseo de superación se exigen
en disciplina y entrenamientos agotadores, tambien lo podemos encontrar en
aquellas personas que sufriendo alguna discapacidad ponen un esfuerzo mayor
para llegar a donde otros lo hacen con facilidad, tratando de superarse a ellos
mismos.
Tambien existen personas que actúan con empecinamiento pero enfocadas únicamente en su forma de ver las cosas y cerrados a la opinión ajena, lo que hace que sean sordos a lo que los rodea convencidos de que sólo de ellos es la razón, anclados en una terquedad absurda, sin razón ni lógica.
Aunque a veces la línea que separa
terquedad de tenacidad se desdibuja y desvanece a poco que nos pongamos a pensar
podemos darnos cuenta de la diferencia, la tenacidad se reconoce como una
virtud que hace al esfuerzo de cada quien, la terquedad es un defecto en el que
criticamos la tozudez de encasillarse en una idea sin concesiones.
Sin embargo ambas apelan a la obstinación como fuerza impulsora para insistir en sus objetivos, lo cual nos lleva a la curiosa dualidad de esta peculiar actitud del ser humano que según indica el diccionario es el: mantenimiento excesivamente firme de una idea, intención u opinión, generalmente poco acertada, sin tener en cuenta otra posibilidad’, actitud que puede ser virtud o defecto según la circunstancia de que se trate.
Cuando obstinadamente queremos seguir haciendo algo o manteniendo una opinión sin argumentos valederos sólo por el capricho de que se diga o haga lo que queremos, ausentes de toda lógica, sin escuchar ni intercambiar opiniones, o avenirnos a probar lo diferente, esa es una negativa obstinación que sólo conseguirá aislarnos y que incluso fracasemos.
Por el contrario cuando esa misma obstinación es la que nos mueve para superar obstáculos, la que nos fortalece para mantener un opinión lógica y argumentada, la que da aliento y soporta a grandes causas o innovaciones, estamos frente a una obstinación positiva y beneficiosa.
Aprendamos a reconocer la diferencia.
imagen: Yuri Kabishcher - ventana a la realidad
'En las ideas es en donde reside nuestra fuerza y tanto mejor si las sostenemos con obstinación.' - Enzo Ferrari - piloto de autoovilismo y empresario italiano (1898-1988)
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