“La vida de uno tiene valor siempre que se atribuya valor a la vida de los demás, por medio del amor, la amistad, la indignación y la compasión”. Simone de Beauvoir – filósofa y escritora francesa (1908.1986)
Claro que todos no medimos ni valoramos con la misma vara, somos individuos diferentes y únicos, por tanto no tenemos iguales vivencias, cultura que nos influya, ni estímulos de igual entorno, si consideramos que salimos de puntos de partida diferentes seguramente miraremos desde diferente perspectiva, y aún teniendo la misma, las circunstancias del momento pueden hacer la diferencia.
Pero no se trata sólo de valorar, sino cuando lo hacemos. Como humanos que somos generalmente tendemos a tropezar con la misma piedra más de una vez y reconocemos, damos valor y nos lamentamos por aquello que perdemos cuando muchas veces ya es tarde.
No es malo el lujo en si mismo, por el contrario es bueno vivir bien y sentirse satisfecho, mientras no se convierta en el 'leitmotiv' de la vida, por eso quiero compartir algo que leí por ahí, del que no conozco autor, referido a las cosas que pese a saber, con frecuencia olvidamos, y no está sobrando el recordarlo.
‘Nos hicieron creer que el lujo era lo raro, lo caro, lo exclusivo, todo aquello que nos parecía inalcanzable … Ahora nos damos cuenta que el lujo eran esas pequeñas cosas que no sabíamos valorar cuando las teníamos y ahora que ya no están, las echamos de menos.
Lujo es estar sano.
Lujo es no pisar un hospital.
Lujo es poder pasear por la orilla del mar.
Lujo es salir a las calles y respirar sin mascarilla.
Lujo es reunirte con toda tu familia, con tus amigos.
Lujo son las miradas.
Lujo son las sonrisas.
Lujo son los abrazos y los besos.
Lujo es disfrutar cada amanecer.
Lujo es el privilegio de amar y de estar vivos.
Todo eso es un lujo y no lo sabíamos …'
... ...
Un concepto, -el lujo- que podríamos definir de alguna forma entre el afán de confort y el desmedido despilfarro, incluyendo en su término medio la obtención de aquellos bienes inalcanzables en algún momento de la vida, y que han quedado prendidos en las vivencias, frustraciones o anhelos insatisfechos de quien lo desea, o esos otros que por razones diversas, son de difícil obtención en condiciones habituales.
Una idea variable en el tiempo y dinámico en cuanto la sociedad va cambiando sus gustos y necesidades, pero siempre refiriéndose a lo material con un tinte de extravagante y caprichoso en algunos casos y en otros unido a la reivindicación alcanzada por un bien imprescindible como el acceso al agua para muchos, dejando de considerar lo que en ésta nota se señala, esos bienes intangibles que hacen a las emociones y sentimientos que acompañan al ser humano.
No estoy segura de si 'nos lo hicieron creer', o nosotros 'quisimos creerlo', en pos de ese afán consumista que nos acompaña, pero lo cierto es que es bueno recordarlo, reflexionar y darle cabida en nuestra vida a lo que es genuinamente importante.
“Estamos tan comprometidos en hacer cosas para lograr propósitos de valor externo que olvidamos el valor interno, el éxtasis asociado con estar vivo, de eso se trata”. Joseph Campbell - mitólogo y escritor estadounidense (1904-1987)
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