“Entre los individuos como entre las naciones el respeto al derecho ajeno es la paz” – Benito Juárez – político mexicano (1806-1872)
Todos
tenemos derecho a pensar diferente a discrepar y tambien a expresarnos en
consecuencia, del mismo modo como luchar por los derechos es un tema por el que
en muchas partes de éste nuestro mundo, importantes grupos de la sociedad aún
lo hacen incluso por derechos tan básicos como la alimentación, la salud, la
educación o la vivienda.
Nos
sentimos en ‘nuestro derecho’ cuando ejercemos ese poder, y exigimos que se nos
escuche porque es la forma de lograr lo que espontáneamente no se nos brinda y
a lo que nos sentimos legítimamente acreedores.
Sin
embargo todo tiene su contrapartida así como todos no pensamos ni sentimos
igual, nuestras necesidades e intereses no tienen que ser precisamente los
mismos y comprender que los demás aún enfrentados a nosotros tienen tambien el
mismo derecho que nosotros a defender sus ideas es la clave para una
convivencia pacífica, respetuosa y tolerante.,
La
tan manida idea de ‘hacer y tratar a los demás como quisiéramos que nos traten
a nosotros’ es la clave para entender y aceptar las diferencias, apelar a la
empatía, -aunque nos cueste- es ese ponernos en el lugar del otro para intentar
entender sus razones y así conseguir la paz.
Pero es difícil cuando estamos en el fervor de una contienda, donde ponemos en juego las ideas que defendemos, el afán de lograr aquello a lo que aspiramos, y el orgullo propio –que nos negamos a resignar-, por la satisfacción de haberlo obtenido.
No
debemos hacer ruidos molestos en horas inadecuadas cuando los demás descansan,
no debemos tirar basura en los lugares de uso común, no debemos estacionar en
sitios destinados a ingreso de ambulancias, y tantos otros ejemplos, que
muestran que la vida y la convivencia sería caótica si no existiera un
ordenamiento y cada quien hiciera de acuerdo a su libre entender.
Tal
parece que muchas personas no lo entienden y se arrogan el derecho de tomar
actitudes que más allá de la libertad de expresión atentan contra el derecho de
otros como sucede en éstos difíciles tiempos de pandemia, cuando todos
conocemos las indicaciones de las autoridades sanitarias en cuanto a cuidados,
distanciamientos y determinadas precauciones, con las que todos debemos
colaborar, haciendo exactamente lo contrario a lo sugerido contraviniendo
indicaciones –argumentando hacer uso de sus derechos- en un claro
desprecio por el derecho y la vida
ajena.
Tiempos que corren, cuando el ser humano parece querer mostrar que es todo menos humano, deberíamos recordar que los derechos aún los fundamentales tienen limitaciones, y tal vez la más clara de esas limitaciones y sin pretender tener la clave de la verdad ni hablar en términos jurídicos que no nos competen, los derechos nuestros no deberian atropellar, menoscabar o perjudicar el derecho ajeno, y sobre todo si consideramos que estamos hablando del derecho a la salud.
‘La
libertad no es otra cosa que aquello que la sociedad tiene el derecho de hacer
y el estado no tiene el derecho de impedir.’ – Benjamin Constant – filósofo,
político y escritor francés (1767-1830)
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