Tomás de Kempis - canónigo agustino alemán del siglo XV (1380-1471)
El mundo actual apura, exige, tiene urgencias, y vivir en él obliga a involucrarse, decidir, ser competitivo y tomar compromisos que muchas veces nos superan y enfrentar a situaciones de estres y ansiedad. Ante esto nos encontramos en el valor de la serenidad, el mejor remedio para manejar el estrés.
La persona serena establece prioridades, conserva la calma en medio de los problemas, adquiere un estado de ánimo apacible, lo que es muy diferente a ser pasivo, complaciente o indiferente, aprende a procesar los impulsos, a enfrentar las pérdidas y la adversidad, adquiere. autocontrol y consigue exteriorizar sus sentimientos y emociones de mejor forma.
La serenidad va de la mano de la ponderación y la objetividad. No hace una tragedia por pequeños problemas, desdramatiza, trata de ver los inconvenientes de forma realista y positiva, conservando la calma sin desesperarse ni desanimarse.
Se puede evitar el estrés, pero algunas veces existen circunstancias que se nos salen de las manos,Ser organizados y asertivos, aprender a delegar, establecer límites y saber priorizar son detalles importantes que nos ayudarán en momentos críticos.
Les dejo aquí éste “Decálogo de la Serenidad” atribuído al Papa SS Juan XXII -Angelo Giuseppe Roncalli- (1881-1963), canonizado por la Iglesia Católica como San Juan XXIII.
Decálogo de la Serenidad
* Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una vez. * Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto, cortés en mis maneras, no criticaré a nadi y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie sino a mí mismo. * Sólo por hoy será feliz en la certeza de que ha sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino también en este. * Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que todas las circunstancias se adapten a mis deseos. * Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura, recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.
* Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.
* Sólo por hoy haré por lo menos una sola cosa que no deseo hacer, y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.
* Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizás no lo cumpliré a cabalidad, pero lo redactaré y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
* Sólo por hoy creeré aunque las circunstancias demuestren lo contrario, que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie más existe en el mundo.
* Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y creer en la bondad.
Finaliza diciendo:
Puedo hacer el bien durante doce horas, lo que me descorazonaría si pensase tener que hacerlo durante toda mi vida. … …
Recordemos que desesperamos en los momentos difíciles, no ayuda ni soluciona las dificultades. La serenidad hace a la persona dueña de sus emociones, adquiriendo fortaleza para dominarse, soportar y afrontar la adversidad sin afectar el trato y las relaciones con sus semejantes.
Hay personas que por su carácter tienen naturalmente una serenidad que les permite ver el mundo y manejar su vida en una forma positiva.
Problemas todos tenemos, la diferencia radica en la manera de afrontarlos. La serenidad ayuda a aceptar lo que no podemos modificar, aleja la ira y ayuda al discernimiento.
“Señor, concededme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
el valor para cambiar las que sí puedo y la sabiduría para establecer la diferencia."
Epicteto - Filósofo del siglo I dC - Plegaria de la Serenidad
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